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25 de Marzo 2011
El día de la memoria y yo
Quisiera que en las escuelas les enseñaran a recordar NO a los "desaparecidos", sino a TODAS LAS VÍCTIMAS (para que sea claro: las de un lado y las del otro)... porque fue TODO una atrocidad, no lo de un solo lado. Me gustó este artículo, creo que expresa bastante mis propios recuerdos y observaciones. Por qué mucha gente apoyó a los militares
Según el kirchnerismo, el golpe fue uno de esos momentos en que la hidra del mal coaguló para abortar los sueños y los ideales de los sectores populares, que eran fielmente interpretados por la "juventud maravillosa" de los años 70, de la cual el gobierno actual se considera el heredero legítimo.
Escrito por Ailailai a las 1:24 AM
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23 de Septiembre 2010
Resiliencia
una genial interpretación en slow motion
Escrito por Ailailai a las 5:43 PM
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15 de Septiembre 2010
Cuando nada lo conforma (y esto es parte de mi vida)
Robo este artículo del genial blog de la Lic. Sandra Lstugarten. Los dejo con la Lic. ;) Cuando nada lo conforma "Mi trabajo es arduo, empiezo por imaginar como le gustaría que actúe aunque siempre de cualquier modo sé fehacientemente que aparecerá la excusa perfecta para boicotear mi trabajo, hiriendo mi susceptibilidad y quedando en falta". Es común la negación como mecanismo defensivo en estos esquemas de pareja, protegiéndonos de lo que no podemos escapar: la huida nos distanciaría por completo sin conformar los objetivos planeados, además de lesionar nuestra auto estima al evidenciar el fracaso. Suelo escuchar pacientes que viven a expensas de sentirse aplaudidos a modo de recompensa, hacen cosas para ser admirados, idealizados, halagados, y cuando no lo consiguen la frustración es inmensa. El inconformista muchas veces lidia con aquellos vestigios insatisfechos que arrastró desde la infancia experimentando un vacío extremo, aún no habiendo sido abandonado, lo ha vivido y percibido como tal. Desde ese lugar su insatisfacción se prolonga volviéndolo un demandante en forma obsesiva en pos de completar la falta.Esa superioridad que expresa no es más que un disfraz que oculta sus debilidades, solo en apariencia. "Todo lo que has hecho está mal, no sabes hacer nada, no lo has hecho como te lo pedí, no me entiendes, no estas capacitada". La sensación que se recibe es de un boicot permanente, y aún mejorando la conducta, haciendo las cosas de la manera que el otro esperaría, nunca serán superadas ni alcanzarán las expectativas, esta situación afecta la capacidad creativa, además de la autonomía, creando una inmensa dependencia del que en su calidad de servidor vive esperando la retribución. Licenciada Sandra Lstugarten Gracias, Sandra
Escrito por Ailailai a las 2:36 PM
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17 de Julio 2010
La escuela está arruinando a mis hijos
Esto fue robado de aquí:
No es una reunión de rutina, pero el director hace una pregunta rutinaria: "¿Qué espera de nuestro colegio?". Mi amigo Guinzberg, que nunca se agita, le responde:
-Espero que me devuelvan a mi hijo tan bien como se lo entregué. El director se remueve en su asiento, intranquilo y perplejo. -Bueno, por supuesto; acá le damos la mayor seguridad educativa y personal -atina a responder. Al hijo de Guinzberg le han pegado dos palizas en el término de dos meses: una en el recreo y otra en el aula. El chico tiene 16 años; es promedio 9,50; devora libros desde los ocho y lee todos los días el diario. Guinzberg piensa, aunque no se lo dice a nadie, que a muchas de las maestras de 22 años que supuestamente le enseñan cosas importantes a su hijo él no las tomaría en su trabajo ni como recepcionistas. Y le rechinan los dientes cuando el chico vuelve del colegio y profiere frases insólitas sobre la política, el sexo, la divinidad y el destino. La mayoría de esas afirmaciones son políticamente correctas, cuando no directamente incorrectas, y son machacadas con gran pompa y certeza. Justo a Guinzberg, que hace de la duda intelectual toda una filosofía de vida. "Mi hijo está ocho horas por día expuesto a esa radiación, formateado por desconocidos que pronuncian verdades absolutas sobre cuestiones graves", piensa con alarma, pero nunca lo dice. Aunque ahora está más molesto que de costumbre porque, encima de todo, andan hostigando al pibe y el colegio no hace nada. -Ya no pido que me devuelvan a mi hijo mejor de lo que se lo entregué -le repite al director-. Eso sería sobredimensionar a la escuela. Lo único que le pido es que no me lo devuelvan peor: mediocre, prejuicioso y lastimado. El director le da, por supuesto, todas las garantías del mundo. Pero a las dos semanas, el chico vuelve a casa diciendo que la única explicación del origen del mundo es el Big Bang y que Wellington es bueno y Bonaparte es malo. Y al mes y medio tres compañeros lo emboscan, le vacían la vianda y le llenan la cara de dedos. -¿Qué tengo que hacer? -me pregunta Guinzberg, más nervioso que nunca. -Tu hijo es un genio -le respondo, para darle ánimo-. No conozco a ningún otro chico que lea tanto, y tan bien. Acordate de que los padres de Borges no querían mandarlo a la escuela porque temían que se contagiara de la escarlatina. En realidad, no querían que lo mal formasen los maestros. Al final, después de unos años tuvieron que enviarlo a clase. Borges parafraseaba la broma de Shaw y decía que en ese marzo la escuela había interrumpido su educación. Guinzberg está impaciente. -Ese aspecto está perdido, Fernández. ¡Lo están destrozando a trompadas! Le cuento lo que me pasó en la infancia. Yo era un pibe tímido y soñador, escribía cuentos y leía libros, y en casa no me dejaban ver nada más que El Santo y El Zorro . Mi familia es asturiana, así que en Ravignani 2323 se hablaba en un castellano especial, y cada vez que se me escapaba una palabra española en clase o decía que no había visto tal programa en el recreo, me cargaban. Y luego me arrinconaban y me verdugueaban, y me daban sopapos. Mi vieja, que no había leído a Piaget, tomó una decisión histórica: me metió en una academia de judo. Cuando me hice cinturón amarillo mandé al piso a dos, y me trencé con uno más grande en el patio, ante todo el colegio, que aplaudía. Perdí, pero el respeto que me gané por atreverme fue tremendo: nunca más se metieron conmigo. -Tiene que haber una solución más civilizada -dice Guinzberg, que es judío. -Yo deseaba, cuando era chico, ser normal. Porque ser distinto era un gran pecado. Entonces, para que no me jorobaran y ser normal me volvía servil y veía las cosas que ellos veían, y hablaba como ellos. -Nosotros queremos que los chicos sean distintos -dice Guinzberg, un poco exasperado-. Y ahí los uniforman. Cualquiera es un igual. ¡La gracia es ser un distinto, caracho! Le damos muchas vueltas al asunto. Y al final, cuándo no, gana la irracionalidad. Guinzberg le mandará una carta documento al colegio. -Qué racional lo tuyo -le digo. -¡Ahora los preceptores lo van a tener que acompañar hasta al baño! -Y qué contento que se va a poner tu hijo! Los otros dos hijos de Guinzberg son más chicos y menos brillantes, pero más esforzados. Guinzberg últimamente está más concentrado en la trigonometría que en el periodismo. Y es periodista. -Después está todo ese asunto de disponer de tu tiempo y de tu esfuerzo -dice-. Con el verso de que los padres tienen que involucrarse, el colegio dispone arbitrariamente de nuestras horas. No les enseñan a estudiar a los chicos, y descuentan que después de la doble escolaridad, nosotros nos sentaremos con ellos a estudiar horas tras horas, haciendo de maestros sustitutos. Todo para que no fracasen en los exámenes. Porque si fracasan ellos, fracasamos nosotros. ¡Nosotros, que pagamos el salario de los profesores! ¿Te das cuenta? Nos hacen ver la primaria y la secundaria todas de vuelta. Y ni hablar de las reuniones. Reuniones para cualquier cosa, ceremonias y carnavales escolares, y quermeses y la pucha que lo tiró. Está intratable. Y cuando Guinzberg está así es mejor no decir nada. Al rato, paga el vermut y propone: -¿Y si abrimos una escuela? Debe ser un buen negocio. Le suena el celular. Lo veo irse por Ravignani hacia Santa Fe. Está hablando con uno de sus hijos. Lo sé porque todavía oigo su voz. Está hablando de la clorofila. Se detiene a ver un cartel de un gimnasio colocado en los altos de una casa. Hay una extraña palabra que está escrita en azul y que es más grande que todas las demás: Taekwondo.
Escrito por Ailailai a las 3:08 PM
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4 de Mayo 2009
La Melancolía
Esto fue robado de aquí... seguiré con mi costumbre de "robar" mientras no me garanticen la estabilidad de las entradas ajenas en la web :) Allá va
La melancolía es algo demasiado doloroso y que penetra con demasiada profundidad en las raíces de nuestra existencia humana como para que podamos abandonarla sólo en manos de los psiquiatras. Sí nos interrogamos aquí entonces, acerca de su sentido, no queremos decir con esto que se trate para nosotros de una cuestión psicológica o psiquiátrica sino de orden espiritual. Creemos que se trata de algo relacionado con las profundidades de nuestra naturaleza humana. Para que se pueda experimentar lo que aquí se considera, citaremos ante todo algunas frases extraídas de notas y escritos de un hombre que ha permanecido, él mismo, en una profunda melancolía, la cual no era sólo una potencia que operaba en el interior de sus pensamientos y actos, una tonalidad interior que vibraba de un extremo al otro de su ser, sino que por sobre todas estas cosas este hombre la ha asumido concientemente asumido como punto de partida para su tarea moral, como escenario para su combate religioso. Me refiero a Sören Kierkegaard. Las frases que siguen tienen que permitir delinear claramente los límites y las dimensiones interiores dentro de las cuales se mueve este fenómeno, quizás el más doloroso de la existencia humana.
"Es así como he ingresado a la vida, favorecido desde todo punto de vista por dones espirituales y condiciones exteriores. Todo fue y sería hecho a fin de desarrollar mi espíritu tan copiosamente como fuera posible. Así ingresé a la vida: lleno de confianza (en un cierto sentido, pues tenía al mismo tiempo una decidida simpatía y predilección por el sufrimiento y todo aquello en algún modo opresivo y doloroso), sí, con una actitud arrogante, casi estúpida. En ningún momento de mi vida había perdido la siguiente convicción: que uno puede lo que quiere, salvo una sola cosa, todo lo demás sin excepción, pero una sola cosa no, esto es, eliminar la melancolía, en cuyo hechizo me encontraba. Jamás (algunos podrán tomar esto como jactancia, sin embargo era verdad para mí, tan verdadero como lo que sigue, que nuevamente pueden tomar como una arrogancia) -jamás me vino el pensamiento que hubiera vivido o nacido en mi tiempo alguien que me fuera superior- y en mi interior más profundo era para mí el más miserable de todos. Jamás me asaltó el sentimiento de que no llegase a triunfar, incluso al emprender las cosas más estúpidas, salvo en una sola cosa, a excepción de ésa en todas, pero en ésa no: llegar a dominar esta melancolía, de cuya opresión no me he visto totalmente libre ni siquiera un día. De todos modos, hay que entender que desde temprano estaba iniciado en el pensamiento de que vencer en el sentido de la infinitud (el único vencer real) suponía llegar a sufrir en el sentido de la finitud. Así esto, estaba de acuerdo con mi pensamiento melancólico más profundo, esto es, que yo en realidad no sirvo para nada, para nada en el sentido de la finitud"(2). "Me parece como si yo fuera un esclavo de las galeras encadenado con la muerte; cada vez que la vida se agita, rechina la cadena y la muerte hace que todo se marchite - y esto ocurre a cada minuto(3). "Es terrible la total incapacidad espiritual que padezco en este tiempo, precisamente porque está asociada con un anhelo destructor, con un apasionamiento espiritual - y sin embargo tan carente de contornos que una vez más no sé qué es lo que echo de menos"(4). "12 de Mayo. La existencia entera me angustia, desde el mosquito más pequeño hasta los misterios de la Encarnación; todo me es inexplicable, y mucho más yo mismo; la existencia entera está infectada por mí, y en mayor grado yo mismo. Grande es mi sufrimiento, carente de límites; nadie lo conoce, salvo Dios en el cielo y El no me quiere consolar; nadie me puede consolar, salvo Dios en el cielo y El no se quiere compadecer"(5). "Vengo precisamente de una sociedad en la cual yo era el alma; el ingenio fluía de mi boca, todos reían, me admiraban, pero yo me fui, si el guión debe ser tan largo como los radios de la órbita terrestre.... me retiré y quería pegarme un tiro". "Muerte e infierno, puedo hacer abstracción de todo, pero no de mí mismo; no puedo incluso olvidarme una vez de mí mismo ni cuando duermo"(6). "Lo que me reconciliaba con mi destino y mi sufrimiento, a mí, el prisionero tan desdichado, tan atormentado, era la libertad ilimitada de poder disimular: yo tenía y he recibido el permiso de estar absolutamente solo con mi dolor. "Libremente, se entiende, de no poder hacer otra cosa que volver poco agradable para mí el resto de lo que podía hacer por mí mismo. Dadas ambas condiciones (semejante dolor y semejante simulación) es asunto de la peculiaridad individual en qué aspecto del hombre se pone atención: si este tormento interior, solitario (demoníaco) encuentra su más satisfactoria expresión en el odio a los hombres y en la blasfemia a Dios o precisamente en lo contrario. Mi caso fue este último. Tan lejos como retrocedía en mi recuerdo, estaba en claro para mí una cosa: que no era para mí el buscar consuelo y ayuda en otros. Satisfecho de lo mucho que se me había concedido, a la espera de la muerte en tanto que hombre, deseando la más extensa vida en tanto espíritu, tenía el pensamiento en un amor melancólico por los hombres, de serles de ayuda, de encontrar para ellos un consuelo, sobre todo la claridad del pensamiento y en particular la claridad respecto al cristianismo. "Muy atrás se remonta en mi recuerdo el pensamiento de que en cada generación son dos o tres quienes llegan a ofrecerse por los otros para descubrir mediante terribles sufrimientos lo que beneficia a otros. De este modo me comprendía melancólicamente a mí mismo: como que para esto estaba destinado"(7). "...nunca fui hombre: desde mi nacimiento esto formaba parte de mi desdicha; y sería tanta más desdicha a causa de mi educación. Pero cuando se es niño -y los otros niños juegan, hacen bromas, o lo que hacen de ordinario-; bueno, y cuando se es un muchacho- y los otros jóvenes aman, bailan, o lo que hacen todos los jóvenes- entonces ser espíritu, ya sea niño o joven, es una angustia terrible! ¡Angustia más terrible aún cuando, con la ayuda de la fantasía, se conoce la muestra de habilidad que significa presentarse como si uno fuera el más joven de todos! Esta desdicha es, sin embargo, más moderada a los cuarenta años y deja de existir en la eternidad. No he conocido la espontaneidad y por esta razón yo no he vivido, hablando desde un punto de vista simplemente humano; con reflexión he comenzado, no la he adquirido recién más tarde, propiamente soy reflexión desde el principio al final. En ambos períodos de la espontaneidad, como niño y como joven, tuve que ayudarme de una juventud falsa pues la reflexión no aporta jamás solución alguna, y como no estaba aún en claro de los dones concedidos a mí, he soportado el dolor de no ser como los otros"(8). "Es notable la forma severa en que, en cierto sentido, he sido educado. De tiempo en tiempo me siento colocado en el tugurio más lúgubre, me arrastro de rodillas en la pena y el dolor, sin ver nada, sin ninguna salida. Entonces rápidamente se despierta en mi alma un pensamiento, tan vivo como nunca antes lo tuve, aún cuando tampoco me sea desconocido, pero antes estuve casado con él, por así decirlo, solo con la mano izquierda, ahora lo estoy con la derecha. Si este pensamiento que ahora se ha fijado en mí, lo tomo sobre mis hombros, yo, el que estaba contraído como una langosta, vuelvo a la vida nuevamente, sano, fuerte, alegre, de sangre caliente suave como un recién nacido. En consecuencia debo, en cierto sentido, dar mi palabra de querer proseguir este pensamiento hasta sus últimas consecuencias, pongo para eso mi vida como garantía y me encuentro ahora atado al arnés. No puedo detenerme, y mis fuerzas resisten. Entonces llego al fin, y todo comienza otra vez"(9). "Cuantas veces me ha ocurrido lo que acaba de ocurrirme. Así me hundo en el sufrimiento de la más profunda melancolía, a la cual se liga uno u otro pensamiento de una forma tal para mí, que no puedo desligarlo y como dicho pensamiento está en relación con mi existencia, sufro indescriptiblemente. Transcurrido cierto tiempo, estalla, por así decirlo, el absceso y por debajo aparece la más agradable y copiosa productividad, justamente la productividad de que tengo necesidad en ese momento. "Pero en tanto el sufrimiento perdura, es a menudo atrozmente penoso. Sin embargo, poco a poco, se aprende con la ayuda de Dios a permanecer en la fe junto a Dios, incluso en los momentos de sufrimientos, o a acercarse a Dios tan rápido como es posible cuando se tiene la impresión que nos ha abandonado por un momento mientras uno sufría. Así tiene que ser, pues si uno tuviera presente del todo a Dios ante sí, entonces no sufriría de ningún modo"(10). "Una mañana, cuando me levanté de la cama, me encontraba inusitadamente bien. Este bienestar creció después más allá de toda comparación. A la una del mediodía había alcanzado el punto más alto y ya presentía el vertiginoso máximo, que ningún termómetro del bienestar, incluso el poético, haya jamás indicado. El cuerpo había perdido su pesantez terrestre; sí, era como si no tuviera más ningún cuerpo. Cada función gozaba de su plena satisfacción; cada nervio estaba en acuerdo consigo mismo y en armonía con la totalidad del sistema; cada pulsación atestiguaba la robusta vitalidad que agitaba el organismo. Yo caminaba como si estuviera suspendido en el aire, pero no como lo hace el vuelo del pájaro, que corta en dos el aire para alejarse de la tierra, sino como las ondas de la simiente impulsada por el viento, como el balanceo del mar borracho de nostalgia, como el ensoñador deslizarse de las nubes. Mi ser era la diafanidad pura -como la meditación profunda del mar, como el silencio de la noche satisfecho de sí, como el silencio monológico del mediodía. "Cada sentimiento retumbaba en mi alma como una resonancia melódica. Cada pensamiento se ofrecía en sí mismo y cada pensamiento se recogía en mi alma con un regocijo solemne, tanto la idea más disparatada como la más rica. Cada sensación era presentida antes que ocurriese, de tal modo que para mí era tan sólo la realización esperada de una posibilidad yacente en mí. Toda existencia estaba como enamorada de sí y se estremecía en una relación de embarazoso destino con mi ser. Todo en mí era presagio y todo se transfiguraba misteriosamente en mi microcósmica felicidad, que transfiguraba todo en sí, incluso lo desagradable, la observación más fastidiosa, la mirada más antipática, incluso la pelea más fatal. Como decía, a la una en punto, estaba en lo más alto, allí donde presentía lo más supremo de todo. Entonces, rápidamente, algo comenzó a hormiguear en mi ojo izquierdo, qué cosa era eso, si un pelo de la pestaña, o una fibrilla, o una partícula de polvo, no lo sé; pero lo que si sé es que en ese mismo instante me precipité en un abismo de desesperación"(11). "19 de Mayo. A la mañana. 10.30 hs. Hay una alegría indescriptible que nos abraza totalmente, de forma inexplicable como acontece el arrebato del Apóstol3 cuando exclama sin motivo: "Alegraos, les vuelvo a decir, alegraos". No es una alegría provocada por esto o aquello, sino una ardiente exclamación del alma "con la lengua, la boca y lo profundo del corazón". "Me alegro de mi alegría, a causa de, junto a, por y con mi alegría. Un estribillo celestial que como un rayo, se diría, interrumpe el resto de nuestro canto; una alegría que refresca y reanima como lo hace una brisa, una corriente de vientos alisios que sopla desde el bosque Wamré hasta las moradas eternas"(12). "Del 'poeta' se dice que invoca a las musas para recibir los pensamientos. Éste no ha sido nunca mi caso. Mi individualidad se niega incluso a comprenderlo así; por el contrario, yo necesitaba cada día de Dios para librarme de la abundancia de pensamientos. En realidad, si le damos a un hombre tal vigor de productividad y al mismo tiempo una salud igual de débil, ya aprenderá a rezar. Podría sentarme e ininterrumpidamente escribir día y noche, e inclusive seguir escribiendo un día y una noche más, pues mi fertilidad es suficiente. Esta muestra de habilidad la pude hacer a cada momento, y aún ahora podría. Si lo hiciera, me hará añicos. Basta el más pequeño descuido en el régimen y estoy en peligro de muerte. Pero si aprendo a obedecer, si realizo el trabajo como una tarea rigurosa, tomo convenientemente mi pluma y escribo cuidadosamente cada letra; entonces lo puedo hacer. Y así, muy a menudo tuve más alegrías a causa de mi conducta obediente hacia Dios que a causa de los pensamientos que yo producía..."(13). "Pero, visto desde otro ángulo, durante mi actividad literaria he necesitado también día tras día en el curso de los años de la ayuda de Dios; pues El fue mi único confidente. Gracias a la confianza en el conocimiento que Dios tenía de mí he podido atreverme a lo que me atreví y he podido soportar lo que soporté, así como encontrar la felicidad en estar literalmente solo en este vasto mundo. Pues donde yo estuviera, ya sea ante la vista de todos o a solas con los más íntimos, siempre estaba disfrazado de engaño y por tanto solo; ni en la soledad de la noche podía estar más solo. Estaba solo no en las selvas de América con sus horrores y peligros, sino en la compañía de las más horribles posibilidades, que comparadas con la realidad más terrible, esta es algo agradable y suave. "Estaba solo, casi enemistado con el lenguaje humano; solo en los tormentos que me enseñaron más de un comentario a aquel texto de la espina en la carne4; sólo en las decisiones, aquéllas en las que hubiera podido necesitar el apoyo de amigos y de ser posible, de todo el género humano; solo en toda clase de tensiones dialécticas, que llevarían a todo hombre con mi fantasía (sin Dios) hasta la locura; solo en las angustias de muerte; solo en la absurdidad de la existencia, sin poder (aunque lo quisiera), hacerme comprender por una sola persona -exactamente, digo "una sola persona", pues hubo épocas donde no era eso lo que me faltaba (de modo que no se pudiera decir "no faltaba más que esto"), épocas en las cuales no me podía hacer comprensible incluso para mí mismo. "Cuando pienso que transcurrieron años de esta manera, me estremezco; si veo en forma equivocada por un solo instante, me derrumbo. Pero si veo correctamente, de modo que mediante la fe encuentro el reposo en la confianza del conocimiento de Dios acerca de mí, entonces la felicidad se hace presente otra vez..."(14). "¿Tiene un hombre el derecho a querer su propia ruina? ¡No! ¿Por qué no? Porque la causa es ó una aversión a la vida, y él debe tener la firme decisión en combatirla, ó porque quiere ser más que un hombre. En verdad hay suficientes casos, que incluso la razón humana puede reconocerlos: un sacrificio produciría aquí un efecto enorme, daría lugar a un espacio adecuado. Sin embargo, querer su ruina es algo demasiado elevado para un hombre. "Pretender su ruina es algo tan elevado que solamente lo divino puede tener esta voluntad con una perfecta pureza. En todo hombre que quisiera algo semejante habría siempre un dejo de melancolía. Aquí yace por lo tanto el defecto. Quizás es un deseo reprimido o algo parecido, por el cual el hombre, librado a sí mismo, desespera (pues para Dios todo es posible) y su pasión lo lanza sobre esta suerte de heroísmo. "Pero esto no es lícito. Un hombre debe consentir a sus deseos de cara a Dios, tratar humanamente de alcanzarlos, rogar a Dios que así quiera hacerlo y luego dejar a cargo de Dios si debe acaso marchar hacia su ruina precisamente por ese camino. Brevemente, un hombre debe ser un hombre"(15). "Desde niño estuve bajo el hechizo de una inmensa melancolía, cuya profundidad encuentra su real expresión verdadera en que me ha concedido la habilidad, en el mismo grado inmensa, de ocultarla bajo una aparente lozanía y alegría de vivir. Desde siempre, tanto como recuerdo, he encontrado mi única alegría en que nadie podía descubrir lo desdichado que me sentía. Esta exacta proporción entre melancolía y el arte de ocultarla mostraba que yo dependía de mí mismo y de la relación con Dios. "De niño fui educado severa y rigurosamente en el cristianismo, y desde un punto de vista humano, digamos que fui educado de una forma insensata. En mi más temprana juventud ya había cargado con impresiones bajo las cuales el melancólico viejo5, que las ponía sobre mí, había sucumbido. ¡Era un niño que de un modo insensato tenía que sentir, pensar y vivir como un anciano melancólico! ¡Algo terrible! No hay que asombrarse entonces que a ratos el cristianismo me parecía la atrocidad más inhumana, aunque nunca (incluso cuando más alejado estuve de él) perdí mi respeto por el cristianismo y estaba firmemente decidido (especialmente en el caso que no me decidiera a favor del cristianismo) a no poner a nadie al corriente de las dificultades que yo conocía pero de las cuales no había leído ni escuchado nada. Pero nunca había roto con el cristianismo o renunciado a él; nunca me vino a la mente atacarlo -sino más bien estaba firmemente decidido, apenas pudiera hacer uso de mis fuerzas, a hacer todo lo posible en su defensa o al menos por presentarlo en su forma verdadera... "En cierto modo amaba al cristianismo; me era digno de veneración; por cierto que me ha hecho sumamente desgraciado, humanamente hablando. Todo esto estaba ligado con la relación que tenía con mi padre, el hombre que más he amado. ¿Y qué quiere decir esto? Significa precisamente que este hombre es quien me hizo desgraciado, a causa del amor. Su defecto no era que careciera de amor sino que confundía a un niño con un anciano. Amar a quien me ha hecho feliz es para el hombre que reflexiona una forma deficiente de amor; amar a quien con mala intención me hizo desgraciado, es virtud; pero amar a quien por amor me hizo desgraciado, y por lo tanto a causa de una equivocación, es la forma normal del amor, no descripta hasta ahora, del hombre que reflexion."(16). "Es maravillosa la forma en que me subyuga el amor de Dios. Al fin y al cabo no conozco ninguna oración más verdadera que aquella que rezo una y otra vez: que Dios quiera concederme que no se enoje conmigo porque continuamente le agradezco que haya hecho y haga, sí, que haga mucho más por mí de lo que jamás hubiera esperado. Rodeado de escarnio, atormentado día tras día por la estrechez de miras de los hombres, incluso de aquellos más cercanos a mí; no sé hacer otra cosa, en casa o en mi más profundo interior, que agradecer a Dios; pues comprendo que es indescriptible lo que ha hecho por mí. Un hombre, con lo que es un hombre para Dios: una nada, menos que una nada; y un pobre hombre que desde niño ha caído en la melancolía más miserable, un hombre que es un objeto de angustia para sí mismo. "¡Y vemos que Dios me ayuda de ese modo y me concede lo que me ha concedido!" "Una vida que era una carga para mí mismo, por más que a veces fuera conciente de todas mis disposiciones favorables; pero como todo me irritaba a causa de ese punto negro, echaba a perder todo... Una vida de tal naturaleza toma Dios sobre sí. El me permite llorar en su presencia en una silenciosa soledad, llorar continuamente de dolor, consolado bienaventuradamente por saber que me protege y al mismo tiempo que da a esta vida de dolor una significación que casi me subyuga, me da dicha y fuerza y sabiduría para todas mis prestaciones, con el objeto de hacer de la totalidad de mi existencia una expresión pura de las ideas, o sea con el objeto de que El la haga tal expresión. "Es así que ahora comprendo tan claramente (otra vez una nueva alegría a propósito de Dios, nueva ocasión para agradecerle) que mi vida está cuidada. Mi vida ha comenzado sin espontaneidad, con una melancolía terrible, perturbada en su base mas profunda desde mi niñez más temprana. Una melancolía que me precipitó durante cierto tiempo en el pecado y en el libertinaje, y sin embargo, hablando humanamente, fui casi más insensato que culpable. Es así como, efectivamente, la muerte de mi padre se ha adherido a mí. Yo no podía creer que esta indigencia fundamental de mi ser pudiera llegar a desaparecer. De tal modo que me aferré a lo eterno, bienaventuradamente, convencido de que Dios es amor, aún cuando debiera sufrir así toda mi vida. Sí, yo tenía de esto la certeza bienaventurada. Es así como yo concebía mi vida"(17). En contacto con el mundo del pensamiento de este hombre -pero aún más allá, partiendo del fenómeno mismo- queremos intentar comprender la significación, un poco de la significación que tiene dicho fenómeno para el hombre para el devenir de la obra y de la personalidad. Nada entonces desde el punto de vista de la medicina psicológica sino una interpretación espiritual. Y en realidad creo que debemos -anticipando algo de las conclusiones- considerar la melancolía como algo en donde se vuelve absolutamente claro el punto crítico de nuestra situación humana.
Queremos proseguir con cautela. Queremos avanzar desde el exterior al interior sin pretender, por otra parte, agotar todo lo que abarca y contiene el objeto de estudio. Su nombre dice: "Schwer-Mut". Pesadez de ánimo. Sobre el hombre se encuentra una carga que lo oprime, que lo hunde en sí mismo; una carga que relaja la tensión de sus miembros y de sus órganos; que paraliza los sentidos, los impulsos, las representaciones, los pensamientos; que afloja la voluntad y debilita el afán y las ganas de trabajar y luchar. Una atadura interior, que viene del alma, se posa sobre todo lo que ordinariamente surge, se agita y actúa libremente. La espontaneidad de la decisión, la capacidad de trazar clara y vigorosamente los límites de las cosas, la destreza en dar forma a la realidad, todo eso se vuelve fatigoso e indiferente. El hombre ya no tiene más autoridad sobre la vida. Ya no puede participar en la apremiante marcha que exige la realidad. Los acontecimientos se entreveran a su alrededor y no puede penetrarlos con su mirada. Se vuelve incapaz de hacerse cargo de un suceso cualquiera. Las tareas se yerguen frente a él como una montaña infranqueable. A partir de tal estado de ánimo es que Nietzsche ha caracterizado este espíritu de la pesadez de la melancolía como el demonio en sí mismo. De aquí ha nacido la imagen nostálgica del hombre "que sabe danzar", el sentimiento de erigir como valor supremo a la agilidad, la capacidad de volar y de trepar. Una vida de estas características es profundamente vulnerable. Esta vulnerabilidad no proviene en esencia por deficiencias de estructuras o por una fuerza interior insuficiente -elementos que bien pueden agregarse- sino a causa de una sensibilidad del ser provocada por una multiplicidad de disposiciones. Los hombres simples, me parece, no se vuelven melancólicos. Pero "simplicidad" no significa aquí falta de formación o condiciones sociales modestas. Un hombre puede ser extremadamente instruído, tener grandes pretensiones, múltiples relaciones sociales y desplegar una rica actividad y sin embargo, en este sentido, ser un hombre "simple". Cuando hablamos de "multiplicidad de disposiciones" queremos designar una oposición interior y las tendencias vitales presentes; una tensión entre los motivos, un antagonismo recíproco entre los impulsos, una contra- dicción en la actitud respecto a los hombres y las cosas, en las exigencias para con el mundo y la propia vida; en las normas según las cuales se mide todo... Esta sensibilidad convierte al hombre vulnerable, en razón del carácter despiadado que tiene la existencia humana y es en verdad lo que tiene la existencia de inevitable lo que hiere: el sufrimiento presente en todas partes, el sufrimiento de los seres débiles e indefensos, el sufrimiento de los animales, de los seres silenciosos... En última instancia no se puede modificar nada. Es algo inevitable. Es así y permanece así. Pero esto es precisamente lo gravoso y pesado. Ser lastimado por la mezquindad de la existencia, que a menudo es tan espantosa, tan chata... El vacío de la existencia. Uno podría decir el vacío metafísico. Este es el punto donde la melancolía se relaciona con el hastío. Y en realidad, una determinada clase de hastío semejante a la que experimentan ciertas naturalezas. Esto no significa que hablemos de alguien que no haga nada importante, que permanezca ocioso. El tedio puede traspasar una vida sumamente ocupada. Este tedio significa que se busca apasionadamente, por todas partes, algo en las cosas que ellas no tienen. Con una dolorosa sensibilidad e incapacidad se busca lo que podríamos llamar, en el mejor sentido, "lo burgués": el compromiso con lo posible y el sentimiento del bienestar. Es esto lo que se busca. Y se procura tomar las cosas como uno quisiera, de encontrar en ellas ese peso, esa seriedad, ese fervor y esa capacidad de realización que tanto se anhela, y sin embargo es imposible. Las cosas son finitas. Pero toda finitud es deficiencia. Y para el corazón, que reclama lo absoluto, esta deficiencia es un desencanto. Este desencanto se ensancha y se convierte en sentimiento de un gran vacío... No hay nada que sea digno de existir. Y no existe nada por lo cual valga la pena ocuparse... Uno es herido también por las carencias morales de los otros. Ante todo, por la falta de delicadeza, de nobleza de sentimientos. Y de un modo particularmente profundo hiere lo vulgar, lo ordinario. Hemos utilizado la palabra "vulnerabilidad", y efectivamente, debemos poner en ella el acento. Esta palabra expresa el matiz particular del sufrimiento melancólico, que no es solamente desgano, fastidio o dolor. Estos sentimientos pueden ser atormentadores, violentos, excitar a una resistencia apasionada, pero siempre puede encontrarse en ellos algo de claridad que estimule el vigor para mantener una resistencia decidida. En la melancolía, por el contrario, encontramos otra cosa, un elemento particular que lleva aquello que aflige hasta su punto mas sensible. El sufrimiento melancólico tiene un carácter particular de interioridad; una profundidad especial, algo de desamparado que queda al descubierto. Falta aquí una determinada fuerza de resistencia, y esto hace que el elemento doloroso se una con otro elemento del interior de la persona. Esta cercanía del sufrimiento y, a su vez la falta de proporción evidente entre el dolor normal que ocasiona cierta causa y la profundidad de su efecto en la persona melancólica, muestra que se trata aquí de algo congénito. El punto crucial, lo determinante, no se encuentra entonces en la circunstancias exteriores, en los estímulos externos, sino en el interior mismo, en una afinidad electiva con todo aquello que de alguna manera puede herir, lastimar. A tanto puede llegar esto que el melancólico experimenta cada cosa y cada acontecimiento, sea lo que fuere, como algo doloroso. La existencia misma, como tal se le convierte en dolor. Y no sólo su existencia es dolor sino, fundamentalmente, el hecho mismo que algo exista. Un hombre de tales características no tiene confianza en sí mismo. El está convencido que es menos que los demás, que no representa nada, que no sabe nada. Y esto no ocurre porque fuera simplemente alguien no suficientemente dotado o que haya experimentado algún fracaso sino porque ya hay, más bien, un convencimiento "a priori", que no puede ser refutado incluso por los aciertos y que se ve confirmado por cada nuevo fracaso, más allá de su verdadera significación. Más aún: esta falta de confianza en sí mismo es la que provoca precisamente los fracasos, vuelve a la persona interiormente insegura, estorba y obstruye su voluntad y su obrar, la hace vulnerable a las dificultades exteriores. Esta falta de confianza en sí mismo es particularmente característica en la relación con los otros hombres: en la conversación, en el trato social, en el comportamiento en público. Quizás hay que relacionar esto con una necesidad de ser valorada, particularmente sensible, que pueda estar herida. Todo esto, por supuesto, no impide que esta persona sea vanidosa u orgullosa, que exija ser apreciada, tomada en cuenta. Quizás su pensamiento y su fantasía esté llena de sueños, en los cuales se vea honrado por los demás, poderoso, llevando a cabo empresas que llaman la atención... Del mismo modo que esa vulnerabilidad que hemos descripto antes no excluye que la persona que caiga con ella sea profundamente sensible a las significaciones, a los múltiples valores y las bellezas del mundo. El hecho de que el melancólico soporte esta opresión, que tan fácilmente sea herido por la existencia, que su facultad de apreciarse y afirmarse sea tan mínima, todo esto, se vuelve de algún modo activo y se torna hostil contra él mismo. La psicología moderna considera que lo que nosotros llamamos 'vida' no tiene una significación única, simple. Más bien estaría dominada por dos instintos básicos enfrentados entre sí. Uno, el instinto de existir, de afirmarse, de desarrollarse, de ascender. El otro, el instinto de dejar de ser, de anonadarse. Así es en realidad. Parece entonces que sólo a partir de este punto de vista puede comprenderse el modo enigmático en que se comporta nuestra naturaleza viviente. Si le sale al paso algo que la amenaza, se defiende. Pero no sólo se defiende, sino que algo en ella responde al peligro. Lo amenazante no sólo aterroriza sino que también seduce. Ante el peligro y ante la muerte nuestra naturaleza viviente se pone a la defensiva. Pero al mismo tiempo se siente extrañamente atraída, porque algo en su interior se despierta. Aquí se abre una perspectiva para considerar las relaciones metafísicas últimas. Aquí está el lugar de inicio de un fenómeno de orden espiritual: el "soberano desprecio" de sí mismo, la voluntad de anonadarse para que surja algo superior. Todos estos elementos existen y deben conformar la tensión viviente. Pero en la melancolía amenazan con degenerar en algo destructivo. El impulso a destruirse amenaza con llegar a predominar. El dolor y la muerte adquieren una peligrosa fuerza de atracción. Surge una profunda tentación a dejarse desaparecer. Efectivamente, esta voluntad se hace activa y se dirige precisamente contra la propia vida. El impulso a torturarse a sí mismo pertenece a la figura del alma melancólica. En esa afinidad con las fuerzas hirientes que la rodean descubrimos ya un querer inconciente. Este querer tiene sugestivas consecuencias: el hombre se ve enfermo y produce así la enfermedad. Produce por sí mismo una aflicción psíquica. Todo se transforma en instrumento de esta voluntad taciturna; todo, incluso lo más elevado, lo que por naturaleza debería hacer más grande y más pleno al hombre. Rozamos aquí lo más desconcertante de nuestra existencia humana: incluso los valores pueden llegar a ser instrumento de sufrimiento. "Valor" significa que algo es digno de que sea; que se justifica su existencia; que es costoso, noble, alto. "Valor" es entonces expresión de algo que es positivo, con fuerza para plenificar. Designa aquello que eleva, que es rico de sentido. Tan pronto como consideramos un valor en sí mismo, como el "bien", lo "justo", lo "bello"... se muestra inmediatamente bueno, beneficioso. Pero a partir del momento en que este valor se sitúa en la vida real, experimentado por hombres reales, puesto en obra, su efecto puede adquirir múltiples significaciones: elevar, hacer más pleno al hombre y al mismo tiempo amenazarlo, perturbarlo. Haciendo abstracción de Dios, que es lo bueno, el valor en sí mismo e inmediatamente, el sentido correcto del efecto de las cosas se verifica sólo con seguridad en el dominio de la idea pura, del puro pensamiento, y por otra parte, en el dominio de la mera naturaleza, con su despliegue mediante leyes. Pero si un valor es situado en la vida de un hombre, sostenido por la multiplicidad de sus fuerzas interiores, sometido a su voluntad libre, entonces el efecto de lo que en sí tiene un sólo sentido puede llegar a ser múltiple. Cuanto más alto es el valor, tanto más diversas las posibilidades de su efecto. Cuánto más alto es el valor, mayor es la posibilidad de que actúe en forma destructora. Pero es erróneo deducir la falsedad interior de una pretensión de valor a raíz de que tiene efectos peligrosos. Justamente los valores más altos son los más peligrosos. Nunca los valores más elevados son adquiridos mediante la simple evolución de la vida. Siempre deben ser pagados con profundas perturbaciones y amenazas. Es en el dominio de la melancolía donde encontramos los más fuertes sentidos opuestos de los efectos. La naturaleza melancólica es particularmente sensible a los valores. Pero la tendencia autodestructiva que hay en ella se sirve justamente del valor como arma de mayor peligro contra sí mismo. Recuerdo, por ejemplo, esa insatisfacción de tantos artistas cuando consideran su propia obra, y que no está justificada por motivos reales. El valor de la perfección de la obra, algo de suyo muy elevado, se convierte en este caso en una potencia destructora. O fijémonos en la imposibilidad interior de la exigencia de justicia de tantos tipos sociales. El valor social es de antemano de tal índole que no tiene ninguna perspectiva de realización y en consecuencia se ahoga. Recuerdo el terrible efecto destructor que puede provenir de los dos valores que determinan el destino interior de la persona, el valor ético y el religioso. No es fácil encontrar una imagen de perturbación más profunda que la perteneciente a la conciencia melancólica, en donde el deber se transforma en yugo; la voluntad de pureza y perfección alcanza una forma imposible fuera de su relación con las fuerzas y condiciones reales. Esta conciencia ve la falta donde para otra conciencia no hay tal cosa; exige responsabilidad donde faltan para ello todas las condiciones previas. Aplica normas éticas donde todo se desarrolla solamente por un proceso natural. Tal vez mayor hondura alcanza el peligro que proviene de los valores religiosos. El abandonarse en lo sagrado, el deseo de acoger lo divino en la propia vida, el esforzarse por realizar el reino de Dios son todas claras motivaciones que se supone van a permitir liberar y elevar a la personalidad. Y, sin embargo, pueden conducir en el melancólico a distintos modos de angustia y desesperación. Hasta llegar a formas supremas de fanatismo, de ilusiones de abandono o de rebelión contra lo sagrado. Es como si una oculta voluntad de destrucción dirigiera estos valores, los más altos de todos, contra la propia vida, eliminara sus significaciones positivas e hiciera resaltar lo que perturba, lo amenazante(18). Es aquí particularmente donde se verifica el carácter enigmático de la melancolía: en la forma en que la vida se alza contra sí misma; la forma en que los impulsos de autoconservación, de autoestima, de favorecerse a sí mismo pueden ser perturbados, llegar a ser inseguros, arrancados de raíz, por el impulso de la autodestrucción. Se podría decir que en la naturaleza esencial de la melancolía el anonadamiento se presenta como un valor positivo, como algo ansiado, querido. Una tendencia se manifiesta en arrebatar a la propia vida del individuo la posibilidad de existir, en sacudir los puntos de apoyo que le sustentan, en cuestionar los valores que justifican la propia vida, de tal modo de alcanzar así en ese estado de ánimo que ya no ve justificación alguna a la propia existencia, se siente suspendido en el vacío y en el absurdo; es decir, llegar a la desesperación. El psicoanálisis ha intentado atribuir a estos procesos raíces sexuales. Sin entrar en sus generalizaciones y exageraciones absurdas -que producen una imagen de la realidad no sólo desagradable sino también vulgar- en ciertos casos tiene razón. El carácter profundamente instintivo, diríamos, el carácter orgánico del fenómeno lo permite pensar. Pero mediante la explicación psicoanalítica abarcamos sólo cierto aspecto del problema. Las verdaderas raíces se encuentran en lo espiritual. Hablemos ahora sobre esto. En ciertos momentos, esta actitud respecto a sí mismo toma una forma de la que es difícil apartar el pensamiento de lo demoníaco: es cuando el melancólico se odia él mismo, literalmente y con toda la violencia de sus afectos... Por más que se puedan ver y comprender los mecanismos psicológicos, hay momentos en que se impone formalmente esta pregunta: ¿qué es lo que hace que la vida se tome así contra sí misma? Todo esto enfrenta al hombre con el temor, lo empuja al ocultamiento, al aislamiento. La interioridad herida se esfuerza por apartarse de aquello que la lastima. Lo hace por sí misma, pero también -y esto es importante en la psicología del melancólico, a menudo profundamente inclinado al altruísmo- para no apenar a los demás. Todo el dolor que aflige al melancólico se presenta entonces con redoblada violencia. Quien no tiene confianza en sí mismo rehuye por tanto ser visto, interpelado; teme que los otros puedan contemplar su propia miseria. Pero el impulso viene de más lejos, del deseo de sumergirse en las profundidades. Esta ansia de ocultamiento se manifiesta al no querer acercarse a los hombres. El melancólico recién se siente bien cuando está solo. Nadie necesita tanto del silencio como él. El silencio es para él como una criatura, una atmósfera espiritual que le permite respirar, lo alivia y lo cobija. Al comienzo de sus Etapas en el camino de la vida, Kierkegaard ha hablado acerca del silencio y la soledad. Es parte de sus páginas más bellas.
"Nadie recorre estos caminos, sólo el viento que sopla y que no se sabe de dónde viene y adónde va. Y quien se abandona a la seductora insinuación de la soledad y sigue el estrecho sendero para ocultarse en lo sombrío del bosque, no está tan solo como en el rincón de los ocho caminos. ¡Ocho caminos y nadie que los recorra! ¿No es como si el mundo se hubiera extinguido y el sobreviviente estuviera ante la perplejidad de quién debe enterrarlo? ¿No es como si la humanidad hubiera emigrado por estos ocho caminos y hubieran olvidado a uno de allí?". "Bene vixit, qui bene latuit", dice el poeta. Si esto es verdad, yo he vivido bien, pues elegí bien mi refugio. Y es cierto también que el mundo y todo lo que hay en él tiene mejor aspecto cuando se lo mira furtivamente desde un lugar apartado. Y también es seguro que todo lo que se escucha y es digno de ser escuchado en el mundo, en ninguna parte resuena tan agradablemente, tan cautivamente como en un lugar apartado. ¡Cuantas veces he buscado mi rincón apartado! Lo conocía hace tiempo ya, pero recién ahora descubro que es tan tranquilo durante el día como lo es cualquier lugar durante la noche. Siempre hay aquí silencio, belleza. Pero lo más bello es cuando el sol de otoño se detiene al fin de la jornada; cuando el cielo resplandece en un azul lleno de anhelos; cuando la naturaleza toma un respiro luego del calor del día; cuando los árboles, las flores y las plantas se estremecen deliciosamente al compás del aire refrescante que las acaricia; cuando el sol disminuye su fulgor para sumergirse desnudo en el mar; cuando la tierra se dispone a reposar y elevar su acción de gracias al cielo y el sol benigna y dulcemente la abraza con su beso de despedida". "¡A ti, espíritu amistoso que habitas estos parajes, te agradezco que rodees en todo momento mi silencio; te agradezco por cada hora que he pasado aquí siguiendo el hilo de mis recuerdos; te doy gracias por esta guarida que llamo mía!". "Allí crece el silencio como crecen las sombras al atardecer; allí la calma se hace cada vez más profunda, como bajo el conjuro de una fórmula mágica. ¿Hay algo tan embriagador como el silencio? Por rápido que el bebedor se lleva la copa a los labios, el vino no lo embriaga tan rápidamente como a mí el silencio, que crece segundo a segundo. ¿Y esta copa de vino, no es acaso una gota en comparación con el infinito mar de silencio del que bebo? Y por el contrario, ¿hay algo tan fugaz como esta dulce embriaguez? Sólo una palabra y te quedas estupefacto. Tienes un despertar peor que el despertar del borracho, una vez que se ha desembriagado. Estás totalmente abismado y has olvidado el hablar; entonces alguien hace trizas el encanto y te quedas ahí, avergonzado de los sonidos, sonidos que tú produces..."(19). Sólo es posible escribir estas cosas a partir del anhelo de silencio que experimenta la persona melancólica. Su constante búsqueda de lugares ocultos se expresa incluso en toda la estructura de su existencia. El melancólico es un ser lleno de pliegos y máscaras. Continuamente vemos que lo esencial se oculta detrás de lo no esencial. Maneras sociales educadas, una negligencia elegante, ingenio, objetividad, todo esto es una fachada que oculta a alguien totalmente distinto, a menudo alguien de una sombría desesperación. Aquí se hace difícil comunicar directamente o decir sencillamente lo que se piensa, lo que sucede en uno, difícil llamar simplemente a las cosas interiores por su nombre. Ellas están muy cargadas de elementos extraordinarios. Se presentan de tal modo que a uno le cuesta admitir que otro pueda comprenderlos. Se aparecen como monstruosas, inauditas, extrañas, terribles, incluso desagradables, no entonando con lo que pertenece a la vida cotidiana de los hombres. Se plantea aquí el problema de la expresión, de la falta de armonía entre el mundo interior y las cosas exteriores. Para la naturaleza melancólica, la interioridad y los medios de expresión no tienen punto en común de medida. El espíritu y el cuerpo, la intención y la acción, la disposición de espíritu y los resultados alcanzados, el comienzo de un proceso y su culminación... y en general lo más elevado y lo más profundo, lo esencial y lo no esencial, lo importante y lo accesorio, todas son dualidades separadas por un muro para el melancólico. Es trágica esta actitud en lo que hace a la expresión, pues el medio que se utiliza para expresar lo que verdaderamente se piensa sirve más para ocultar que para revelar. Este carácter trágico puede acrecentarse hasta alcanzar proporciones terribles. Kierkegaard ha dicho sobre este aspecto de la melancolía cosas quizás definitivas, ha expresado juicios que tal vez sólo pueden ser comparados con ciertas figuras de Dostoyevski. Sobre todo en su libro El concepto de la angustia, donde examina lo demoníaco. Lo demoníaco es definido por Kierkegaard como la angustia ante la presencia del bien, angustia que nace entonces cuando el hombre se encuentra aferrado al mal. Si este hombre es melancólico, esa angustia se transforma en un encerrarse en sí mismo. El hombre se asusta ante cualquier coincidencia de sí mismo, ante toda mirada examinadora que otro pudiera dirigirle. Y esto no ocurre sólo porque tema las consecuencias de este develamiento -esto sería simplemente tener mala consciencia- sino porque le teme al bien, retrocede espantado ante el bien como tal. Pero el comienzo de todo bien es la "revelación", por la cual el hombre se coloca en plena luz; es el llegar a manifestarse en el dar testimonio de algo. La melancolía se transforma entonces en ese terrible mutismo en el cual se encierra el hombre al rechazar el bien. No es bueno hablar tanto de estas cosas, especialmente hoy en día donde encontramos la falta de pudor de la charlatanería pública junto al profundo sufrimiento individual. Nuestros escritores hablan mucho y con agrado de lo demoníaco. Es parte de lo que está de moda. Pero quien habla así, no sabe nada de lo realmente demoníaco. Aparte de que tal escritor destruye el verdadero significado de las palabras, el peligro estriba en que lo que él dice penetra en el alma de alguien que es mejor que él, un hombre que se toma en serio la vida y sufre. Este hombre no habla de estas cosas, sino que las soporta.
Hemos hablado del aspecto penoso, negativo, doloroso y destructivo presente en la melancolía. Pero al mismo tiempo, y por sobre todas las cosas, nos hemos sentido tocados por algo grande, hemos entrevisto que algo precioso y visible surge desde esta indigencia. Esa pesantez de espíritu de la que hemos hablado -punto de partida para internarnos en el centro del fenómeno más profundamente- da a toda actividad una densidad propia, una particular hondura. Uno percibe en seguida, en presencia de una persona, si las raíces de su ser arraigan en la melancolía. La diáfana despreocupación por la vida que posee determinada persona es objeto de una sana alegría. Pero quien conoce aquel otro dominio, puede vivir en última instancia sólo con hombres y pensamientos que están en contacto con esa profundidad. La grandeza, la verdadera y absoluta grandeza no es posible sin ese "peso" que es lo único que confiere a todas las cosas su densidad plena y conduce las energías a una adecuada tensión; sin esa tristeza en cierto modo congénita, que Dante llama "la grande tristezza", que no surge de una circunstancia particular sino de la existencia misma. Pero esa pesantez, esa sombría tristeza, encierra a veces un punto infinitamente precioso: que la presión se relaje, que el encierro interior desaparezca y que, entonces, se libere la existencia de ataduras, y sea posible ese sentirse elevado, flotando en el aire, de la totalidad del hombre; que el hombre experimente esa transparencia de las cosas y de la existencia, esa claridad de visión y certeza en dar forma a la obra, tal como Kierkegaard lo ha descripto. Hemos hablado de ese impulso a vivir oculto y en silencio. Esto no indica solamente el temor al encuentro con la hiriente realidad, sino que, en última instancia, da cuenta de la gravitación interior del alma hacia el gran centro; expresa el empuje hacia la interioridad y la profundidad, hacia esa región en donde la vida se aparta de la confusión de lo contingente para penetrar allí donde, a salvo de la multiplicidad de las manifestaciones particulares, permanece ocupado en la simplicidad de lo fundamental. Es el deseo íntimo de recogerse en lo esencial, fuera de la disipación, fuera del abandono en la existencia exterior, para acceder al recato y custodia de lo sagrado. Es huir de lo superficial para refugiarse en el misterio de las profundidades originales. Es la aspiración de los grandes melancólicos por la noche y las "Madres".6 La melancolía está en relación con los fundamentos oscuros del ser, y el término "oscuro" no tiene en este caso ningún sentido peyorativo. No marca una oposición con la luminosidad buena y bella. "Oscuro" no significa acá "tinieblas" sino el contra valor viviente correspondiente a la luz. Las "tinieblas" son algo malo, representan algo negativo. Pero la oscuridad pertenece al ámbito de la luz y las dos juntas conforman el misterio de lo esencial. A esta oscuridad aspira el melancólico, sabiendo que de ella emergen las formas que se actualizan en claridad. Y, en extraña "oposición", encontramos la afinidad con el espacio infinito, con las extensiones vacías: el mar, la estepa, las crestas desnudas de los montes, el otoño que hace caer las hojas y amplía los espacios, el mito con sus siglos que se remontan hasta el infinito en el pasado. El espacio sin límites en el exterior y la vida interior oculta se comunican entre sí. Tanto una como otra son símbolos y lugares de experiencias profundas. Precisamente esta melancolía, que desvaloriza las cosas, vacía de contenido a formas y realidades, vuelve insustancial todo y arrastra al vacío y al tedio, que quiebra los valores que sostienen la propia existencia y tiende así a la carencia de sentido propio de la desesperación; justamente esta melancolía es el seno de donde brota el extremo dionisíaco. Sin duda, la persona melancólica tiene la relación más profunda con la plenitud de la existencia. Los colores del mundo resplandecen en forma más clara, la dulzura de los acordes interiores resuena más íntimamente. Percibe en su totalidad la potencia de las configuraciones de todo lo que vive. Del melancólico surge la sobreabundancia de vida y es quien puede experimentar el carácter indomable de todo lo existente. Pero siempre, creo yo, en unión con la bondad, con el deseo que la vida tenga por meta la bondad, la benevolencia, el bienestar de los otros. No creo que el verdadero melancólico sea duro por naturaleza. Está demasiado hermanado íntimamente con el sufrimiento. Es cierto que hombres melancólicos fueron duros, inhumanos. Pero se volvieron de esa manera a causa de una indigencia interior, a causa de la angustia, la desesperación. No pudieron ponerse de acuerdo consigo mismo. Nada es tan cruel como la desesperación, al no encontrar ya ninguna salida. Por eso, entonces, cuando el melancólico renuncia a la bondad -y precisamente porque está tan ligado a la vida- algo particularmente malo penetra en él. Algo que es malo por su proximidad, su contacto, con la fibras que componen el tramado de la vida. De este modo, es capaz de causar a otros, el dolor que la vida le ha causado a él. Kierkegaard ha descrito también este aspecto de la melancolía bajo la figura de Nero en La Alternativa.7 Pero esto nos permite aproximarnos al valor central de la melancolía: en su esencia última, la melancolía es anhelo de amor. De amor en todas sus formas y en todos sus grados, desde la sensualidad más elemental hasta el amor supremo del espíritu. Lo que impulsa el corazón del melancólico es el Eros, la aspiración de amor y belleza. Esta profunda aspiración y el hecho que no nace sólo de un dominio parcial del ser sino de su centro mismo, que no se limita sólo a relaciones y momentos especiales sino que penetra el todo; el hecho que el melancólico esté empapado en su totalidad del Eros, y que la belleza, que de por sí es algo profundamente amenazado y que donde aparece revela una crisis del poder vivir -todo esto es el fundamento de la vulnerabilidad de la cual hablábamos antes. Pues la naturaleza que ama está abierta, dispuesta a ir más allá de sí, a acoger, dar y recibir. Es confianza. No tiene ninguna defensa. Experimenta el dolor que produce la fugacidad de las cosas: el objeto amado le es arrebatado, la belleza viviente es sólo efímera, lo bello tiene por encima a la muerte. Pero como defensa extrema presenta, entonces, el anhelo de lo eterno, de lo infinito, de lo absoluto. La melancolía exige lo absolutamente perfecto, inaccesible, a cubierto de todo riesgo, completamente profundo e interior. Exige y reclama que no se olvide esta distinción, noble y preciosa. Es la aspiración hacia aquello que Platón llama el fin verdadero del Eros, el Bien Supremo, que es al mismo tiempo lo real propiamente dicho, y la belleza misma, imperecedera y sin límites. La aspiración de alcanzar esta única realidad que puede satisfacer, de darle cabida en uno, de llegar a estar unido a ella, es ese algo particular que se puede rastrear a través de toda la historia de la investigación y del pensamiento humano: la insatisfacción particularmente apasionada producida por lo finito. La voluntad de apoderarse de este absoluto de una manera especial e intensa. No es suficiente conocerlo, asumirlo en sus acciones mediante el querer ético. Dicha voluntad aspira a la unión, al contacto entre dos seres a un zambullirse en el absoluto, beber allí y ser saciado. Es la aspiración a una unidad que sea realidad plena. A esto apuntan en forma apremiante esos dos impulsos fundamentales de la vida, que en el melancólico alcanzan un matiz particular y están entre sí en una dolorosa contradicción: el impulso a la plenitud y el impulso al anonadamiento. Anonadamiento de esta forma de existencia miserable, que sólo es humana y terrestre, a fin de que aquella unidad sea todo en todos. A fin, precisamente, de que se realice con eso el supremo cumplimiento de la vida. Palabras como las de San Pablo, "Yo vivo, pero no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí", expresan, en el plano superior del cristianismo, el más íntimo anhelo por esa forma de espíritu, cuyo precio se paga en la melancolía. Es la aspiración por lo absoluto, pero de un absoluto que es el bien, lo noble, es decir, por naturaleza el específico y propio objeto del amor. El melancólico aspira al encuentro con lo absoluto, bajo la forma del amor y la belleza.
Pero, por otra parte -y aquí el círculo se cierra- esta aspiración por lo absoluto está unida en el melancólico a la certeza profunda de que es una aspiración estéril. La predisposición del melancólico es sensible a los valores y aspira a lo valioso por esencia, al bien supremo. Pero es como si, justamente, esta exigencia de lo valioso se volviera contra sí misma. Pues a la par está presente el sentimiento de que es algo imposible de cumplimentar. Esto puede relacionarse con determinadas vivencias: haber fracasado en algo, haber sido negligente en un deber, haber utilizado mal el tiempo, haber desperdiciado la oportunidad que ya no vuelve a repetirse. Pero no son más que lugares de costura de algo más profundo, dado por un sentimiento de imposibilidad añadido en cierto modo de antemano a aquel anhelo del cual hablamos antes. La imposibilidad radica ya en el modo cómo es querido lo absoluto: con una impaciencia que quiere ser satisfecha demasiado rápido, con una exigencia de inmediatez que no ve las instancias intermedias y se introduce así por un camino extravagante... Sea como fuere, la aspiración por la plenitud de los valores y de la vida, por la belleza infinita, unida en lo más hondo con ese sentimiento de fugacidad de las cosas, de negligencia ante el deber, de pérdida irreparable, con la insaciable tristeza, aflicción e intranquilidad que eso trae consigo, todo esto, es la melancolía. La melancolía es como una atmósfera que todo lo inunda, como un fluído que todo lo penetra, como una sustancia amarga y dulce al mismo tiempo, que se mezcla con todo.
Esto nos conduce a preguntarnos acerca del sentido de este fenómeno y qué tarea nos plantea. Creo, más allá de cualquier consideración médica y pedagógica, que tiene el siguiente sentido: es un signo de que el Absoluto existe. Lo infinito se manifiesta en el corazón. La melancolía nos indica que nosotros somos seres limitados, que vivimos codo a codo con -y abandonemos la palabra demasiado cauta y abstracta que hemos utilizado hasta ahora, "el absoluto", y reemplacémosla por la que corresponde en realidad- que vivimos codo a codo con Dios. Indica que estamos llamados por Dios e invitados a acogerlo en nuestra existencia. La melancolía es la penuria del alumbramiento de lo eterno en el hombre. Quizás debemos decir, en determinados hombres, destinados a experimentar más profundamente esta proximidad, la penuria causada por este alumbramiento. Hay seres que viven fundamentalmente de una forma humano-natural: permanecen atados a contornos precisos, en una tarea claramente delineada, en una vida con sus correspondientes alegrías y penas. Tienen clara su situación terrestre. Y si no sucumben al peligro de esta claridad, al sentimiento de bienestar y a la estrechez de miras de la vida burguesa, si ellos comprenden que su plano finito es lugar de decisiones infinitas, entonces la existencia que llevan es bella y noble. Y hay quienes están, por así decirlo, totalmente "más allá de", viviendo de forma no terrestre, sintiéndose extraños aquí abajo, a la espera de lo esencial. Incluso para ellos la vida es clara también. El peligro reside en perder el contacto con la realidad, no tener un lugar fijo, manejarse con poca seriedad. Si logran superar este peligro, si aprenden a permanecer con fidelidad en el lugar que les corresponda, si consiguen estar alertas en su espera, sin desatender el deber de todos los días, por insignificante que les parezca, entonces su existencia también se vuelve clara y bella. Pero existen también aquellos seres que experimentan profundamente el misterio de lo fronterizo, hombres de la "frontera". Toda su naturaleza les exige que no permanezcan de un solo lado, ni aquí abajo ni del otro lado. Vivir en el dominio de la frontera. Experimentar la inquietud de una de las esferas como efecto de la acción de la otra, así como son dichas esferas las que sostienen los polos de la totalidad de lo humano y con ello también la posibilidad de la escisión interior. Los médicos y psicólogos saben hablar muy acertadamente sobre las causas y la estructura interior de la melancolía. Pero a menudo resulta tan banal lo que dicen, que ya no se puede conciliar sus consideraciones con la profundidad y potencia vital que reside, en realidad, en dicha experiencia. Logran enunciar la teoría de ciertos estratos en la infraestructura de la persona y nada más. El sentido verdadero de la melancolía se revela a partir solamente de lo espiritual. Y en última instancia, reside en esto: la melancolía es la inquietud, el desasosiego del hombre causado por la proximidad de lo eterno. Y esto produce dicha y a la vez, constituye una amenaza. Sin embargo, debe hacerse una distinción. Es Kierkegaard mismo quien llama la atención sobre lo siguiente: hay una buena melancolía y una mala melancolía. Buena es aquella que precede al alumbramiento de lo eterno. Es el conflicto interior producido por la cercanía de lo eterno, que apremia por hacerse realidad. Es la exigencia constante y efectiva -aún cuando no sea sentida concientemente- a dar cabida en la propia vida al contenido infinito, a expresarlo en el modo de pensar y de obrar. La exigencia se vuelve particularmente apremiante cuando el tiempo se ha cumplido, cuando la hora se aproxima, cuando es necesario tomar una decisión, llevar a cabo una tarea, cuando debe hacerse efectiva una nueva fase en el devenir viviente del hombre y se produce una ruptura de la forma espiritual interior. Tal creación y tal devenir surgen a partir de un conflicto interior, que es al mismo tiempo la indigencia de plenitud que está comprimida. Significa la angustia de la vida ante el esfuerzo producido por el alumbramiento de aquello que quiere alcanzar una forma en ella. La vida siente que debe resignarse, debe abandonar la seguridad anterior. Algo debe perecer para que lo nuevo pueda nacer. Esta creación, este devenir, son ascensiones, puntos culminantes mediante los cuales la vida toca sus extremos. Logran ser alcanzados evidentemente cuando previamente se ha pasado por los puntos más profundos. El hombre que crea, que produce vida es diferente del hombre que conquista, sostiene, domina y forma. Aquel da a luz y con ello alcanza una altura que este otro ignora. Pero tiene en sí, al mismo tiempo, una incertidumbre, pues sabe que es instrumento de potencias. Lleva consigo el sentimiento de ser en cierto modo indigno, incluso despreciable. Todo creador tiene en sí algo de lo que se avergüenza, que la percibe en presencia de hombres no creadores, y que precisamente por esa razón se sienten tan seguras y firmes en lo que hacen. Lo más amargo de esta incertidumbre, propia del creador, se experimenta en la melancolía. Es necesario saber soportar, llevar sobre sí esta buena melancolía. De ella surge la obra, el devenir y todo es transformado. Si no es soportada, el hombre no encuentra la fuerza para concentrarse en la obra y recogerse en el devenir. Si no tiene la grandeza de espíritu para sacrificarse, la audacia de la renuncia, si no tiene la fuerza necesaria para abrirse camino, si no logra producir lo que quiere o desarrolla sólo en parte, entonces surge la segunda forma de melancolía, la mala. Consiste en el sentimiento de que lo eterno no ha alcanzado la figura que debía, en la consciencia de haber fallado, de haber jugado y perdido. En ella se traduce el sentimiento de peligro de estar perdido, porque no se hizo lo que se imponía como tarea, y esto significa salvación eterna o condenación eterna. Debería ser llevado a cabo en el tiempo que se escurre y no puede ser recuperado. Esta melancolía tiene un carácter distinto. Es mala . Puede conducir a la pérdida de la esperanza, a la desesperación, en la cual el hombre se da por vencido y considera perdida definitivamente la potencia. Pero, incluso, en lo que hace a esta melancolía subsiste una tarea, lo que ha sucedido no puede ser anulado. Lo que se ha perdido directamente no puede ser recuperado. Pero hay algo más elevado: el llamado de lo religioso. Lo que es simplemente ético dice: "lo hecho, hecho está y tú eres el responsable. Lo que se ha perdido, perdido está y tu eres responsable por ello". Pero esto dicho en abstracto. ¿Qué ocurre cuando no es un sujeto abstracto el que actúa sino un sujeto viviente, en esa conexión viviente de la existencia, en donde un día supone el día precedente y un acto descansa sobre otro acto? Entonces esta formula "hazlo bien la próxima vez" no va. Pues no se puede admitir lo que se ha hecho como algo que simplemente ocurrió y pasar a otra cosa. El hombre es un todo y actúa siempre como un todo. Así, debe, de algún modo, dominar el pasado a fin que la vida en su totalidad quede a disposición de la vida nueva. Pero esto no puede ocurrir mediante un mero acto ético, sino sólo a través de un acto religioso, y este acto es el arrepentimiento. El arrepentimiento es una renovación delante de Dios. Y arrepentimiento verdadero solo hay delante de lo Absoluto. Pero no ante lo absoluto-abstracto, un simple imperativo o una ley moral, sino frente a un absoluto viviente, ante Dios. El arrepentimiento significa que me pongo del lado de Dios contra mí mismo. Significa que no me apoyo en mi propia justicia, sino que me resigno a ser culpable, colocándome ante Dios y junto a El. Aquí se verifica lo viviente. En este "ante Dios y junto a El" surge algo nuevo que no puede ser analizado. Encontramos otra vez un alumbramiento, un de
Escrito por Ailailai a las 11:46 AM
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11 de Marzo 2009
¿democracia? jajajajajajaja
Se viene la parrafada filosófica, así que los que no gustan de los ladrillos.. ¡a huir! Resulta que en Second Life (SL) se arman concursos (contest). De fotografía, de tatuajes... de lo que sea. Así, quien gana el concurso, no es el avatar más talentoso (talentoso en diseño de tatoos, fotografía o lo que sea) sino el que más amigos (votos) pudo conseguir.
Para pensarlo ¿no?
Escrito por Ailailai a las 2:03 PM
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15 de Febrero 2007
Más sobre maltrato
Cuando mi pareja me maltrata Muchas personas aceptan mantener una relación en la que uno de los miembros es agresivo simplemente por miedo al fracaso. Cómo identificar a un compañero violento en el sexo y qué hacer para solucionarlo Relaciones íntimas que no tienen un final feliz, mujeres que se sienten sumamente angustiadas por sostener un vínculo en el que son humilladas permanentemente, etcétera, son índices que aumentan cada vez más. Las parejas sufren la decepción del fracaso, al cual no pueden sobreponerse ya que de alguna manera consienten ese modelo relacional como si fuese lo que merecen, sin ambicionar otro tipo de relación amorosa. Todo esto muchas veces ocasiona relaciones sexuales malas, donde hay una gran disconformidad y la única sensación es de descarga libidinal, muy alejada de cualquier sentimiento amoroso. Muchas mujeres acusan un sentimiento de desgano y declaran que tienen sexo a modo de violación: no pueden negarse, y de alguna manera se sienten presionadas, sin conseguir ningún tipo de satisfacción sexual, lo que les dificulta el orgasmo. En general, ésta es la respuesta a todo un vínculo donde una de las figuras expresa una autoridad extrema sobre el otro, con rasgos de sometimiento y desvalorización causados por la propia inseguridad o falta de autoestima. Este tipo de relación provoca hostilidad y resentimiento, viciando el acto sexual y bloqueando la percepción de las sensaciones, y a su vez de alguna manera se invierten los roles y quien ejerce el control en este caso es quien puede rechazar toda motivación que le despierta la estimulación. La humillación empaña la autoestima de la mujer, provocando un sentimiento pobre de la propia imagen, lo que las hace sentir poco deseadas, desvalorizando su conducta sexual, y algunas incluso llegan a sentirse malas amantes. La sensación de impotencia se manifiesta en este terreno y pasan a comportarse como objeto sexual. Este tipo de vínculo es muy común, sobre todo en parejas donde el varón ha sido educado en un ambiente muy autoritario. Las estadísticas revelan un alto porcentaje de mujeres que sufren de malos tratos provocando diferentes disfunciones sexuales que tienen su origen en el tipo de vínculo que establecieron con su pareja. La indicación terapéutica específica para este perfil de relaciones es la terapia de pareja, para trabajar sobre el vínculo que los une. Muchas se rehúsan a la idea de empezar terapia porque temen a los cambios, por lo que eluden cualquier tipo de modificación sobre esta modalidad de relación. Por lo tanto, es importante vencer los miedos y animarse a revisar aquellos aspectos que deterioran la relación.
Escrito por Ailailai a las 2:15 PM
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20 de Diciembre 2006
Tanto tiempo...
Hace ya demasiado que no escribo. Respecto a quienes han respondido a mi post sintiéndose identificados con lo mío, unas palabras:
Escrito por Ailailai a las 2:44 PM
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25 de Mayo 2006
El alivio y el dolor de tomar conciencia
Escribo esto no para quejarme o llorar online, que me parece patético. Lo escribo porque quizás mi experiencia le sirve a alguien. Ayer escribí un post particular, ya que leyendo ese artículo que transcribí tomé conciencia de mi situación. No tengo idea de por qué (estaba viajando en tren y la imagen se me presentó repentinamente) de pronto se me impuso la idea ¡NO TIENE DERECHO A HACERME ESTO! ES DENIGRANTE, ME ESTÁ DENIGRANDO! A partir de ahí, reflexionar acerca de mi "descubrimiento" En primer lugar ¿cómo no actuó mi amor propio, mi autodefensa? En segundo lugar ¿qué pasó con mi autoestima? Combinando una cosa con la otra... ¡pum! Y se hace difícil de identificar porque no me golpea, no me critica en público, no me es infiel (al menos creo que hasta ahora no)... Sólo está de malhumor permanentemente, Sólo no me dirige la palabra casi más que para "avisarme" que anoche dejé algún calefactor encendido o cosas por el estilo (es decir, no cumplí alguna o varias de sus 9871394819472 reglas). Sólo se muestra distraído o aburrido cuando quiero comentarle algo. Sólo tiene la misma actitud hacia mis hijos. Sólo no me pregunta cómo me fue cuando sabe que he tenido una importante reunión de trabajo. Sólo no me pregunta qué me pasa cuando me vé llorar. Sólo jamás me dá un abrazo ni un beso. Sólo se molesta si cuando hace frío quiero acurrucarme contra él en la cama. Sólo me rechaza cuando quiero abrazarlo. Sólo eso. Dejo para otro post las respuestas a por qué ¡otra vez! me vinculé con una persona así... aún no sé la respuesta.
Escrito por Ailailai a las 7:59 PM
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24 de Mayo 2006
Maltratos
Aunque me dá bastante vergüenza, recién hoy, después de meditarlo por casi ¡6 años!... vengo a darme cuenta de que he caído nuevamente en la trampa. Cómo detectar la violencia psicológica Tomado de: Mobbing Opinion Qué es la violencia psicológica
La violencia psicológica no es una forma de conducta, sino un conjunto heterogéneo de comportamientos, en todos los cuales se produce una forma de agresión psicológica. En todos los casos, es una conducta que causa un perjuicio a la víctima. Puede ser intencionada o no intencionada. Es decir, el agresor puede tener conciencia de que está haciendo daño a su víctima o no tenerla. Eso es desde el punto de vista psicológico. Desde el punto de vista jurídico, tiene que existir la intención del agresor de dañar a su víctima. La amenaza se distingue de la agresión, pero la amenaza es una forma de agresión psicológica. Cuando la amenaza es dañina o destructiva directamente, entra dentro del campo de la conducta criminal, la que está penada por la ley. La violencia psicológica implica una coerción, aunque no haya uso de la fuerza física. La coacción psicológica es una forma de violencia. La violencia psicológica es un anuncio de la violencia física. Peor, muchas veces, que la violencia física. Porque el anuncio es la amenaza suspendida sobre la cabeza de la víctima, que no sabe qué clase de violencia va a recibir. La violencia física produce un traumatismo, una lesión u otro daño y lo produce inmediatamente. La violencia psicológica, vaya o no acompañada de violencia física, actúa en el tiempo. Es un daño que se va acentuando y consolidando en el tiempo. Cuanto más tiempo persista, mayor y más sólido será el daño. Además, no se puede hablar de maltrato psicológico mientras no se mantenga durante un plazo de tiempo. Un insulto puntual, un desdén, una palabra o una mirada ofensivas, comprometedoras o culpabilizadoras son un ataque psicológico, pero no lo que entendemos por maltrato psicológico. Para que el maltrato psicológico se produzca, es preciso, por tanto, tiempo. Tiempo en el que el verdugo asedie, maltrate o manipule a su víctima y llegue a producirle la lesión psicológica. Esa lesión, sea cual sea su manifestación, es debida al desgaste. La violencia, el maltrato, el acoso, la manipulación producen un desgaste en la víctima que la deja incapacitada para defenderse. La violencia psicológica tiene mil caras. Algunas son obvias, otras, prácticamente imposibles de determinar como tales. Pero todas las formas de maltrato y acoso psicológico dejan su secuela. Por sus características, pueden agruparse en tres grandes categorías:
Tiene dos facetas que pueden llamarse maltrato pasivo y maltrato activo. El maltrato pasivo es la falta de atención hacia la víctima, cuando ésta depende del agresor, como sucede con los niños, los ancianos y los discapacitados o cualquier situación de dependencia de la víctima respecto al agresor. Hay una forma importante de maltrato pasivo, que es el abandono emocional. Ancianos, menores o discapacitados abandonados por sus familias en instituciones que cuidan de ellos, pero que jamás reciben una visita, una llamada o una caricia.
Víctimas de abandono emocional son los niños que no reciben afecto o atención de sus padres, los niños que no tienen cabida en las vidas de los adultos y cuyas expresiones emocionales de risa o llanto no reciben respuesta. Son formas de maltrato no reconocido. El maltrato activo es un trato degradante continuado que ataca a la dignidad de la persona. Los malos tratos emocionales son los más difíciles de detectar, porque la víctima muchas veces no llega a tomar conciencia de que lo es. Otras veces toma conciencia, pero no se atreve o no puede defenderse y no llega a comunicar su situación o a pedir ayuda.
Es una forma de violencia que se ejerce sobre una persona, con una estrategia, una metodología y un objetivo, para conseguir el derrumbamiento y la destrucción moral de la víctima. Acosar psicológicamente a una persona es perseguirla con críticas, amenazas, injurias, calumnias y acciones que pongan cerco a la actividad de esa persona, de forma que socaven su seguridad, su autoafirmación y su autoestima e introduzcan en su mente malestar, preocupación, angustia, inseguridad, duda y culpabilidad. Para poder hablar de acoso tiene que haber un continuo y una estrategia de violencia psicológica encaminados a lograr que la víctima caiga en un estado de desesperación, malestar, desorientación y depresión, para que abandone el ejercicio de un derecho. Hay que poner de relieve que una de las estrategias del acosador es hacer que la víctima se crea culpable de la situación y, por supuesto, que así lo crean todos los posibles testigos. La segunda condición imprescindible para que se produzca el acoso moral es la complicidad implícita o el consentimiento del resto del grupo, que, o bien colaboran, o bien son testigos silenciosos de la injusticia, pero callan por temor a represalias, por satisfacción íntima o simplemente por egoísmo: "mientras no me toque a mí". En muchas ocasiones, la víctima apenas tiene conciencia de que lo es y ni siquiera es capaz de verbalizar lo que está sucediendo. Solamente percibe una sensación desagradable, insuficiente para ella como para calificar el caso de acoso. El acoso psicológico tiene dos formas según la relación víctima-verdugo: Acoso vertical. El acosador se halla en una posición de poder superior a la de su víctima, ya se trate de poder social, económico, laboral, jerárquico, etc. Se trata de una situación en la que el acosador es superior al acosado, como un jefe, un patrono, un profesor, un mando del ejército, etc.. Acoso horizontal. El acosador se halla en la misma posición de poder que su víctima y se trata de acoso entre iguales. Es una situación en que el acosador se vale de su fuerza física o moral para hostigar a otra persona de su mismo nivel jerárquico o social, con la aquiescencia del entorno, como el matón del barrio, un compañero del colegio o del trabajo, etc. El acoso escolar se diferencia del acoso en el trabajo, llamado mobbing, en lo siguiente: El acoso escolar consiste en intimidar a un compañero de clase. Es una forma de acoso entre iguales. El matón intimida y atemoriza a la luz del día, haciendo alarde ostentoso de su fuerza, su poder o su autoridad de chulo. Su objetivo es ése, demostrar que puede más que nadie y que puede destruir a quien le caiga mal o a quien decida acobardar arbitrariamente. La víctima puede ser cualquiera, generalmente alguien débil. El acoso laboral consiste en desgastar a la víctima para que se autoelimine. Es una forma de acoso vertical, de arriba abajo. El agresor actúa con mayor maldad y es más artero que el matón, porque se mueve en la sombra, con disimulo, y con el objetivo de eliminar a una víctima que no es cualquiera, sino alguien elegido con atención, porque estorba a sus planes, le hace sombra o, de alguna manera, perturba su quehacer. Su acción es, por tanto, mucho más premeditada y cruel que la del matón, que solamente busca liderazgo. La intimidación se da en estas condiciones: Que exista una víctima indefensa que reciba la violencia del matón, en una relación de poder y fuerza de arriba abajo, es decir, que el agresor tenga más fuerza física o mando, aunque se trate de compañeros de clase. Que se produzca de forma repetida y durante un período de tiempo, como mínimo, de un mes. Que la agresión sea verbal, física o psicológica. Pueden existir también amenazas y chantajes. Es necesario entender de que el acoso escolar no son simples "peleas entre chavales" o situaciones que han de resolver entre ellos. El acoso entre escolares puede provocar el suicidio del niño que lo padece. Cuando menos, el acoso escolar es una situación grave para todos, de la que es preciso tomar conciencia, defender a la víctima y cambiar la conducta del agresor. Ya sabemos que siempre surgen problemas, que todos hemos de hacernos un lugar en la sociedad a base de discusiones, tropezones, zancadillas y luchas y que el colegio no es más que un reflejo de la sociedad, pero el acoso escolar no es cuestión de discusiones, tropezones y zancadillas, sino de una situación de abuso continuado con el visto bueno (o la vista gorda) de personas que podrían remediarlo o, al menos, denunciarlo. Es importante no confundir los problemas a que todo menor o mayor ha de enfrentarse durante su acceso y su permanencia en la sociedad con el acoso escolar. Ni hay que llevar a los tribunales los casos de peleas, discusiones, tropezones o zancadillas, ni hay que dejar pasar los casos de acoso escolar como "cosas de críos". Aunque se trate de chavales, de igual a igual, de entorno escolar, sigue siendo acoso y sigue siendo un ataque a la dignidad y a la integridad moral de la persona. Y los menores tienen derechos a respetar y a hacer respetar.
Dentro del acoso psicológico, hay que hablar del acoso afectivo, que es una conducta de dependencia en la que el acosador depende emocionalmente de su víctima hasta el punto de hacerle la vida imposible. El acosador devora el tiempo de su víctima o bien la devora con sus manifestaciones continuas y exageradas de afecto y sus demandas de afecto. En cualquiera de los casos, el acosar le roba a su víctima la intimidad, la tranquilidad y el tiempo para realizar sus tareas o para llevar a cabo sus actividades, porque el acosador la interrumpe constantemente con sus demandas y, apenas la deja respirar entre petición y petición, pero siempre con mimos, con arrumacos y con caricias inoportunos y agobiantes. Si la víctima rechaza someterse a esta forma de acoso, el verdugo se queja, llora, se desespera, implora, amenaza con retirarle su afecto o con "cometer una tontería", llegando incluso a intentos de suicidio y a explosiones realmente espectaculares que justifica diciendo que todo lo hace por cariño. Esto supone añadir el chantaje afectivo a la estrategia de acoso.
Esta forma de violencia supone el desconocimiento del valor de la víctima como ser humano, en lo que concierne a su libertad, a su autonomía, a su derecho a tomar decisiones propias acerca de su propia vida y de sus propios valores. La manipulación mental puede comprender el chantaje afectivo. En la manipulación se da una relación asimétrica entre dos o más personas. Es asimétrica porque una da y la otra recibe, una gana y la otra pierde. Las tácticas de manipulación incluyen amenazas y críticas, que generan miedo, la culpa o vergüenza encaminados a movilizar a la víctima en la dirección que desea el manipulador.
La agresión insospechada es una forma de violencia psicológica tan sutil y elaborada que se disimula y oculta entre las fibras del tejido social. La agresión insospechada es la que muchos agresores ejercen disfrazándola de protección, de atención, de buenas intenciones y de buenos deseos. Una forma de agresión insospechada es la que ejercen las personas sobreprotectoras sobre sus protegidos. Les rodean de atenciones, de mimos y de cuidados, pero no les permiten desarrollarse como personas autónomas, no les permiten ejercer su derecho a la libertad, no les permiten escapar del entorno artificial que han fabricado para ellas. Todo lo hace el protector por el bien de su protegido, eliminando de su camino el menor escollo, para librarle de todas las desazones de la vida. Y el protegido no llega a crecer ni a independizarse nunca. Y el día que el protector falte o no pueda seguirle protegiendo, su integridad valdrá bien poco. Otra forma de agresión insospechada es la que ejercemos sobre nuestros mayores, cuando creemos que les mostramos amor y consideración dándoles tareas para "que se sientan útiles", como si no se hubieran ya ganado el derecho a dejar de ser útiles. Muchas personas agobian a sus mayores con demandas de ayuda, sin tener en cuenta que los mayores ya se han jubilado de esas tareas y tienen derecho a vivir sin trabajar. Muchos jóvenes tienen a sus padres como canguros continuos, privándoles del derecho de salir con sus amigos, de viajar a su gusto o de sentarse a no hacer nada, que bien se lo han ganado. Muchos jóvenes llevan a sus mayores a vivir con ellos para que no estén solos y los convierten en chica para todo, privándoles de libertad, de descanso y, muchas veces, de lugar de residencia, pues muchos ancianos viven una temporada con cada hijo, con lo cual carecen de referencia y de vivienda fija. Los convierten en nómadas y en sirvientes sin paga. Y la sociedad se hace lenguas de lo que esos hijos quieren a sus padres, mientras que otros los "meten" en una residencia. Otra forma de agresión insospechada que todos practicamos alguna vez son los consejos. Los consejos tienen a veces un matiz de amenaza y otras veces son una forma de acoso contra la persona que se empeña en no dejarse aconsejar. Hay mucha gente que necesita dar su visto bueno a las acciones de los demás, ofrecer su consejo sapientísimo o, por el contrario, oponer su veto a los proyectos de los demás. Hay gente que se permite dar su beneplácito a que otros sean homosexuales, a que otros se enamoren a la vejez, a que otros no sean creyentes o a que otros realicen actividades poco comunes. Hay gente que se permite aconsejar lo que hay que hacer en una u otra situación y hasta previene el desastre si no se siguen sus recomendaciones. Hay gente que se opone con todas sus fuerzas a que otros hagan algo que ni les va ni les viene, pero en lo que ellos no pueden dejar de intervenir.
La violencia psicológica es más difícil de demostrar que la violencia física, porque las huellas que quedan en el psiquismo no son visibles para el profano. Además, en los casos de violencia psicológica, el maltratador suele manipular a su víctima para que llegue a creer que todo son exageraciones suyas que tiene la culpa de lo que sucede. Lo mismo suele hacer con su entorno, de manera que todo el mundo opine que es un excelente cónyuge, compañero o amigo y que la otra persona se queja por quejarse. En el supuesto de que se queje. El maltrato psicológico, por sutil e insospechado que sea, siempre deja secuelas. Existen casos en que la agresión es tan sutil y sofisticada que parece casi imposible detectarla. Pero deja marcas indelebles en el organismo de la víctima. En su cuerpo o en su psiquismo, porque el cuerpo y el psiquismo interactúan y forman una unidad psicosomática. Las secuelas de los malos tratos psíquicos provocan, según distintos estudios, el desarrollo de personalidades adictivas, psicóticas o violentas. Si un niño maltratado desarrolla una personalidad de maltratador, es más que probable que a su vez engendre hijos que también serán maltratados y, de adultos, maltratadores, por lo que el patrón de conducta agresiva se va repitiendo hasta que alguna circunstancia favorable rompa la cadena.
La violencia psicológica se ha de detectar desde tres perspectivas: La violencia que padecemos nosotros mismos como víctimas. La violencia que padecen otras personas como víctimas. La violencia que podemos ejercer nosotros mismos como verdugos.
Desde la posición de víctima, a veces es difícil detectar el padecimiento de violencia psicológica, porque en estas situaciones a menudo desarrollamos mecanismos psicológicos que ocultan la realidad cuando resulta excesivamente desagradable. Nuestros mecanismos de defensa tienen la finalidad de preservarnos de la angustia y el hecho de aceptar que somos víctimas de una situación reiterada de maltrato psicológico, probablemente por parte de una persona a quien estimamos, supone una enorme carga de angustia que no es fácil digerir. Por eso nuestro psiquismo nos ofrece todos esos psicodinamismos, para que echemos mano de ellos y nos defendamos de la angustia, negando la situación en que nos encontramos. Así aprendemos a negar y a intelectualizar la violencia de la que somos víctimas. Buscamos justificación para la actitud del agresor, para la actitud de quienes admiten o colaboran con su violencia y buscamos casos similares en nuestro entorno para comparar el nuestro y llegar a la conclusión de que no es una situación anómala, sino común y corriente e, incluso, de que hay situaciones muchísimo peores que la nuestra. Otras veces recurrimos a un mecanismo mucho más nocivo que la negación o la intelectualización. Y otras veces recurrimos a culparnos de lo que sucedes y buscamos en nuestras actitudes pasadas y presentes el motivo del maltrato. Recorremos una a una nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras acciones y nuestros resultados, para localizar la causa de la violencia que, según entendemos, hemos provocado. Si esto te sucede, ya tienes un indicio clarísimo de que eres una víctima de la violencia psicológica. Si das vueltas a situaciones incomprensibles que te producen padecimiento o malestar, intentando averiguar el porqué, no tengas duda de que eres una víctima de la violencia psicológica. Si sufres en silencio una situación dolorosa y esperas que las cosas se solucionen por sí mismas, que tu verdugo o verdugos depongan espontáneamente su actitud, que alguien acuda en tu ayuda porque se dé cuenta de tu situación, no te quepa ninguna duda de que eres una víctima de la violencia psicológica. Si te sorprendes a ti mismo haciendo algo que no quieres hacer o que va contra tus principios o que te repugna, considera que eres víctima de manipulación mental, que es una forma de violencia psicológica. Si te sorprendes haciendo algo que no quieres y te sientes incapaz de negarte a hacerlo, intelectualizando y justificando de mil maneras tu sometimiento, no lo dudes, eres una víctima de la violencia psicológica. Si haces cosas que no quieres y no puedes evitar hacerlas porque entrarías en pánico, porque te aterra negarte o porque algo te conduce a hacerlo, sabe que eres una víctima de manipulación mental. Si has llegado a la conclusión de que la situación dolorosa que sufres no tiene solución porque te lo mereces, porque te lo has buscado, porque las cosas son así y no se pueden cambiar, porque no se puede hacer nada, porque es irremediable, no lo dudes ni un solo instante, eres una víctima de la violencia psicológica. Y si te sientes mal frente a una persona, si te produce malestar, inseguridad, miedo, emociones intensas injustificadas, un apego o un afecto que no tiene justificación, una ternura que se contradice con la realidad de esa persona, si te sientes poca cosa, inútil, indefenso o tonto delante de esa persona, ya has identificado a tu agresor. Ahora que lo sabes, sabe también que tienes que actuar. Y que no estas solo. Que has dado los primeros pasos al tomar conciencia de tu situación y al identificar la agresión de que eres objeto y la persona del agresor o agresores. Que el siguiente paso es pedir ayuda.
Detectar la violencia psicológica que sufre otra persona es más fácil generalmente que detectarla cuando tú eres la víctima, porque desde fuera, las cosas se ven con mucha más claridad. Pero, muchas veces, la violencia psicológica es transparente y solamente la siente la víctima sin que la situación trascienda. Ése es muchas veces el caso de los niños o de los ancianos. De las personas más débiles que sufren violencia psicológica por parte de alguien de quien dependen y a quien no se atreven a delatar por temor a empeorar la situación. Ése es muchas veces el caso de personas que han aprendido a no defenderse y a aceptar la situación como algo no solamente normal, sino deseable. La víctima aprende a no defenderse cuando sabe positivamente que no tiene defensa. Que, haga lo que haga, va a recibir un castigo. Y que, haga lo que haga, nadie la va a defender. Así, la persona maltratada desarrolla una sensación de continuo fracaso y, sobre todo, de impotencia, que la lleva a una actitud de pasividad, a dejar de reaccionar o controlar lo que sucede. Y así aprende a no hacer nada frente a lo que ocurre. Desde fuera, parece una postura de indolencia, de pasividad o de indiferencia. Una especie de apatía o de sometimiento. Pero hay un deterioro íntimo y secreto que va erosionando su personalidad. Otra causa de la indefensión aprendida es la esperanza mágica de que las cosas se van a solucionar por sí mismas, de que algo va a suceder para que el agresor deje de agredir. Es un mecanismo de la víctima de la violencia, física o psicológica, que la exime de la responsabilidad de buscar una solución para algo que aparentemente no la tiene. Una vez convencida de que su caso no tiene solución, la persona víctima del maltrato, del acoso o de la manipulación psicológica desarrolla mecanismos de defensa para adaptarse a la situación. Entre ellos está el síndrome de renuncia del prisionero, en que la víctima renuncia a sus propios pensamientos, ideas y deseos, para someterse absolutamente a las exigencias de su agresor. Es una especie de autómata que solamente vive para plegarse a los deseos de su captor. Todo ello es un método, inconsciente y mecánico, de supervivencia, como lo es el síndrome de Estocolmo, que se presenta cuando la víctima percibe una amenaza para su supervivencia física o psicológica, está convencida de que el agresor va a cumplir esa amenaza y se siente incapaz de escapar, pero percibe un atisbo de amabilidad por parte de su agresor y eso la hace volcarse hacia él como hacia su única fuente de supervivencia. Podemos detectar la violencia psicológica en estos casos, porque existen varios indicadores. La víctima se comporta de la forma siguiente: Mantiene una relación con su agresor, al que agradece intensamente sus pequeñas amabilidades. Niega que haya violencia contra ella y, si la admite, la justifica. Niega que sienta ira o malestar hacia el agresor. Está siempre dispuesta para tener contento al agresor. intentando averiguar lo que piensa y desea. Así llega a identificarse con él. Cree que las personas que desean ayudarla están equivocadas y que su agresor tiene la razón. Siente que el agresor la protege. Le resulta difícil abandonar al agresor aún después de tener el camino libre. Tiene miedo a que el agresor regrese por ella aun cuando esté muerto o en la cárcel. Otro mecanismo de defensa que la víctima puede desarrollar para sobrevivir es el que se llama identificación con el agresor. Este mecanismo se produce en tres etapas: Sometimiento mental al agresor. Ese sometimiento permite a la víctima averiguar lo que su agresor está pensando en cada momento. Adivinar los deseos del agresor. Esto permite a la víctima anticiparse a lo que su agresor va a hacer para tratar de ponerse a salvo. Actuar para salvarse. Ponerse a salvo significa complacer al agresor, no aumentar su ira, sino tratar de aplacarla con esa sumisión que reduce a la víctima a nada para convertirla en parte del agresor. Pero la identificación con el agresor va más allá de quitarse de en medio, porque lo que trata la víctima es de seducir a su agresor para desarmarle. El niño maltratado desarrolla una sensibilidad y una inteligencia especiales que le permitan evaluar su entorno y sobrevivir. Trata de conocer al agresor "desde dentro", para apaciguarle y desarmarle. Es posible, incluso, que la víctima llegue a sentir lo que el agresor quiere que sienta o que llegue a sentir lo que siente el mismo agresor y eso incluye hacerse tan sensible a las emociones del verdugo que llegue a sentirlos como propios. Este proceso llega a convertir el miedo en adoración. Es el mecanismo propio de ideologías como el movimiento nazi. Finalmente, hay que tener en cuenta un mecanismo neurológico que todos tenemos y que se llama habituación. La habituación consiste en que el sistema nervioso deja de responder a un estímulo cuando éste se produce continuamente. Cuando vemos por primera vez una escena de guerra en la televisión, nos produce malestar y angustia. Pero cuando la misma escena o escenas similares se repiten una y otra vez, deja de producirnos malestar porque nuestro mecanismo de habituación funciona y nuestro cerebro deja de responder. Este mecanismo desempeña un papel muy importante en la violencia psicológica, porque la víctima llega a aceptar su situación como algo totalmente normal y la incorpora a su vida como una faceta más. El niño que crece en un entorno de malos tratos, palabrotas y violencia, los acepta como otros aceptan un entorno en el que los domingos se come paella en el campo o se visita a los abuelos. Es un hábito. Las situaciones familiares, sociales, laborales, en que se produce la agresión insospechada pasan de largo para los observadores, porque son tan sutiles o tan habituales que no llaman la atención. En cuanto a la persona que las sufre, ni siquiera llega a considerarse una víctima, sino que se acostumbra a esa situación como a algo normal. Tal sucede, por ejemplo, con las amas de casa que trabajan, además, fuera. Toda la familia entiende que la madre es responsable de la ropa de los demás, de la limpieza de la casa, de la compra, de la comida y de mil detalles. Y lo toman como algo natural, empezando por la propia ama de casa, que sacrifica todos los momentos de su vida para satisfacer las demandas y exigencias de su familia. Los demás se arrogan el derecho a increparla, a exigirle y a verla afanarse sin descanso dentro y fuera del hogar. Es una situación clara de violencia psicológica de género de la que casi nadie toma conciencia.
Una vez que se ha detectado un caso de violencia psicológica, lo primero que hay que hacer es concienciar a la víctima para que llegue a darse cuenta de que su situación no es normal ni tiene la culpa ni se lo ha buscado. De alguna manera, la verdad suele hacerse camino por entre las barreras que levantan los mecanismos de defensa y la víctima puede llegar a asumir su situación siempre y cuando se le asegure que su supervivencia no corre peligro. Los psicodinamismos que la víctima desarrolla para negar su situación tienen el objetivo de proteger su supervivencia y librarla de la angustia. Por tanto, la única forma de que la víctima llegue a tomar conciencia de lo que le está sucediendo y acepte que su verdugo la está maltratando y que ella se está sometiendo por terror y no por amor o necesidad, es garantizarle de alguna manera que su situación tiene remedio y que la toma de conciencia es el primer paso hacia la liberación. Y que ésta es factible. Porque después de la toma de conciencia, viene el segundo paso que es la identificación del agresor y de la agresión. Y luego el tercero que es la búsqueda de ayuda profesional, tanto psicológica como jurídica. La primera le devolverá la fortaleza que ha perdido y la conducirá de nuevo a la realidad y la segunda la ayudará a denunciar su situación y a defenderse de su agresor. Un método importante para ayudar a la víctima a tomar conciencia es realizar la segunda lectura del mensaje de la agresión. La agresión es una conducta y, por tanto, ha de tener una finalidad. Si analizamos la conducta de quien agrede, podemos encontrar en ella un mensaje más o menos claro. Si aprendemos a localizar el mensaje que el agresor quiere comunicar, nos resultará más fácil entenderle y, por tanto, defendernos. El manipulador está recibiendo un beneficio a costa del sometimiento de su víctima, el maltratador está satisfaciendo su necesidad de mostrarse fuerte a costa de la debilidad de su víctima, el acosador está siguiendo una estrategia para que su víctima se anule a sí misma y desaparezca de su camino. Ana Martos Rubio Psicóloga
Escrito por Ailailai a las 7:26 PM
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1 de Mayo 2006
¿Se paga por el amor?
Cuando uno hace concesiones en pro de la convivencia ¿está pagando? Es decir... Muchas veces me he encontrado arrinconada después de haber cedido en mil pequeñas cosas que (la verdad) no me importaban mucho. Y resulta que en determinado momento la suma de todas esas pequeñas cosas se ha traducido en un cerco que no puedo comprender cómo se gestó ¡si esas cosas NO me importaban! Y sin embargo... ¿Es uno el que erró o es el otro un aprovechador? ¿Es que el amor cuesta y hay que pagar el precio?
Escrito por Ailailai a las 3:49 AM
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22 de Marzo 2006
El islam
Como lo tomé por ahí y ya no sé dónde... disculpas por el plagio. De la movida mahometana me quedo con una foto. Dos jóvenes tocados con kufiyas alzan un cartel: Europa es el cáncer, el Islam es la respuesta. Y esos jóvenes están en Londres. Residen en pleno cáncer, quizá porque en otros sitios el trabajo, la salud, el culto de otra religión, la libertad de sostener ideas que no coincidan con la doctrina oficial del Estado, son imposibles.
Ante esa foto reveladora -no se trata de occidentalizar el sano Islam, sino de islamizar un enfermo Occidente-, lo demás son milongas. Los quiebros de cintura de algunos gobernantes europeos, la claudicación y el pasteleo de otros, la firmeza de los menos, no alteran la situación, ni el futuro.
En Europa, un tonto del haba puede titular su obra Me cago en Dios, y la gente protestar en libertad ante el teatro, y los tribunales, si procede, decidir al respecto. Es cierto que, en otros tiempos, en Europa se quemaba por cosas así. Pero las hogueras de la Inquisición se apagaron -aunque algún obispo lo lamente todavía- cuando Voltaire escribió: «No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que nadie le impida decirlo».
Aclarado ese punto, creo que la alianza de civilizaciones es un camelo idiota, y que además es imposible. El Islam y Occidente no se aliarán jamás. Podrán coexistir con cuidado y tolerancia, intercambiando gentes e ideas en una ósmosis tan inevitable como necesaria. Pero quienes hablan de integración y fusión intercultural no saben lo que dicen.
Quien conoce el mundo islámico -algunos viajamos por él durante veintiún años- comprende que el Islam resulta incompatible con la palabra progreso como la entendemos en Occidente, que allí la separación entre Iglesia y Estado es impensable, y que mientras en Europa el cristianismo y sus clérigos, a regañadientes, claudicaron ante las ideas ilustradas y la libertad del ciudadano, el Islam, férreamente controlado por los suyos, no renuncia a regir todos y cada uno de los aspectos de la vida personal de los creyentes. Y si lo dejan, también de los no creyentes.
Nada de derechos humanos como los entendemos aquí, nada de libertad individual. Ninguna ley por encima de la Charia. Eso hace la presión social enorme. El qué dirán es fundamental. La opinión de los vecinos, del barrio, del entorno. Y lo más terrible: no sólo hay que ser buen musulmán, hay que demostrarlo.
En cuanto a Occidente, ya no se trata sólo de un conflicto añejo, dormido durante cinco siglos, entre dos concepciones opuestas del mundo. Millones de musulmanes vinieron a Europa en busca de una vida mejor. Están aquí, se van a quedar para siempre y vendrán más. Pero, pese a la buena voluntad de casi todos ellos, y pese también a la favorable disposición de muchos europeos que los acogen,
hay cosas imposibles, integraciones dificilísimas, concepciones culturales, sociales, religiosas, que jamás podrán conciliarse con un régimen de plenas libertades.
Es falaz lo del respeto mutuo. Y peligroso. ¿Debo respetar a quien castiga a adúlteras u homosexuales? Occidente es democrático, pero el Islam no lo es. Ni siquiera el comunismo logró penetrar en él: se mantiene tenaz e imbatible como una roca. «Usaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia», ha dicho Omar Bin Bakri, uno de sus los principales ideólogos radicales. Occidente es débil e inmoral, y los vamos a reventar con sus propias contradicciones.
Frente a eso, la única táctica defensiva, siempre y cuando uno quiera defenderse, es la firmeza y las cosas claras. Usted viene aquí, trabaja y vive. Vale. Pero no llame puta a mi hija -ni a la suya- porque use minifalda, ni lapide a mi mujer -ni a la suya- porque se líe con el del butano. Aquí respeta usted las reglas o se va a tomar por saco.
Hace tiempo, los Reyes Católicos hicieron lo que su tiempo aconsejaba: el que no trague, fuera. Hoy eso es imposible, por suerte para la libertad que tal vez nos destruya, y por desgracia para esta contradictoria y cobarde Europa, sentenciada por el curso implacable de una Historia en la que, pese a los cuentos de hadas que vocea tanto cantamañanas -vayan a las bibliotecas y léanlo, imbéciles- sólo los fuertes vencen, y sobreviven.
Por eso los chicos de la pancarta de Londres y sus primos de la otra orilla van a ganar, y lo saben. Tienen fe, tienen hambre, tienen desesperación, tienen los cojones en su sitio. Y nos han calado bien. Conocen el cáncer. Les basta observar la escalofriante sonrisa de las ratas dispuestas a congraciarse con el verdugo.
Impecable.
Escrito por Ailailai a las 3:18 PM
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12 de Marzo 2006
A nuestra sociedad le falta emoción
Eso, que nos sobra adrenalina y nos falta dónde volcarla sanamente. Livinsgton. Grogan (vale la pena rastrear su historia, y mi siguiente post será para copiar un parrafito más uqe curioso de su vida) Grant. Los hermanos Lander. Albert Schweizer... y claro que hay más. Pero basta un botón. El punto es: esa gente tenía unos huevos "así de grandes". Mucha adrenalina. Energía de sobra. Ilusiones. Si nacieran hoy, o hubieran nacido... digamos en 1964 (mi año) ¿a qué podrían dedicarse? ¿Qué podría hacer hoy en día un Hunter de digamos 11 años??? ¿Jugar al pacman todo el día? ¿Ver televisión? ¿Jugar al tenis? A sus 11 años ya andaba cazando patos en las lagunas de su Shearington natal. No me cabe duda de que asistiendo a nuestra ejemplar EGB 3 hubiera armado más de un quilombo... mientras la maestra de turno armaría citas y citas con el gabinete psicopedagógico. Y me imagino la madre, consulta tras consulta psicólogo tras psicólogo. ¿No tendrá alguna relación esto con cierto consumo de drogas y determinada delincuencia? Creo que el mundo se nos quedó pequeño, y que ya no hay espacio para GRANDES. Sólo nos queda achicarnos, la mediocridad o la neurosis aguda. Aquí un resumen de la vida de Hunter. Es un txt pequeñito. Vale la pena
Escrito por Ailailai a las 1:32 AM
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4 de Septiembre 2005
Pensamientos...
Mensajes urgentes de Al-Qaeda y de Washington La sombra imponente de Al-Qaeda sobre la Argentina. Los residuos piqueteros moviendo una ágil cintura política y revoltosa por la ciudad. Washington reclamando precisiones sobre el documento final de la cumbre de presidentes americanos, que se hará en Mar del Plata en noviembre próximo. La envoltura es una cosa y la materia es otra. Bastante tiempo duró el prematuro divertimento electoral.
Dos grupos fogueados de piqueteros anunciaron una suspensión de su extraño trabajo para conversar con el Gobierno. Calma: los piquetes no han llegado a su fin. Una militancia dura y aguerrida logró desconcertar a la policía; no eran, entonces, espontáneos muertos de hambre ni inexpertos alborotadores. Va quedando un sedimento piquetero más ideologizado y, por momentos, también más violento. Lavagna y Aníbal Fernández debieron soportar, separadamente, el asedio de pequeños grupos dispuestos a agredirlos físicamente. Aseguran que están dirigidos por una persona cuyo nombre se guarda bajo siete llaves. Funcionarios, hoteles y directivos de la principal compañía aérea del país (en este último caso por obra de sindicalistas) fueron sitiados o golpeados. Tracemos una raya inmóvil: ni siquiera una democracia devaluada puede tolerar las agresiones físicas. La fragmentación de los grupos piqueteros torna imposible un diálogo unánime. Las 3500 personas que se congregaron el viernes para ir a la Plaza de Mayo tienen unos 50 referentes; 70 personas por cada dirigente. Bastan y sobran para enajenar a una ciudad con más paciencia que los santos. El cambio más importante surgió del propio Gobierno. Durante una semana, la sola presencia caudalosa de la policía, sin heridos ni muertos, les colocó límites que parecían ya inexistentes. ¿Por qué no lo hicieron antes? Aníbal Fernández andaba con un plan desde hacía ocho meses. Kirchner no se animaba a ponerlo en marcha; temió siempre que la policía se desbordara y le dejara un muerto. Era un prejuicio: la policía tiene suficientes recursos y experiencia como para cumplir las órdenes claras. En rigor, el plan de Fernández necesitaba de un elemento indispensable: que el Presidente desconfiado confiara en el jefe de la policía, Néstor Valleca. Lo convencieron el tiempo y, más que nada, las encuestas. Los piqueteros moderados hablan de "suspensión" de sus acciones para negociar con el Gobierno. ¿Es suficiente? No. La metodología debe ser abandonada definitivamente para entablar un diálogo serio, según juran y perjuran cerca de la oficina presidencial. No negociaré con una pistola en la nuca , prometió Kirchner. Podría haber una negociación si se fueran para siempre del espacio público. Pero no habrá un aumento significativo en el monto de los subsidios. La negociación podría pasar, advierten, por la reinserción laboral o por el aprendizaje de un oficio, del que carecen muchos jóvenes piqueteros. Piqueteros, militantes contra la globalización y expresiones diversas de la izquierda se darán cita en Mar del Plata cuando se celebre la cumbre presidencial. Mar del Plata es una ciudad de fácil acceso. Cinco informes técnicos de la Cancillería desestimaron ese lugar como sede de la reunión cimera. Proponían Bariloche, por su lejanía. Las evaluaciones de Washington coincidían en seleccionar la ciudad patagónica.
Kirchner decidió, en cambio, escuchar las peticiones del intendente de Mar del Plata. Quería su ciudad como sede para promocionar el turismo. Los intendentes son hombres inestables. Luego, el mismo jefe comunal calificó a Bush como indeseable. ¿Para qué insistió entonces en tenerlo en su ciudad? Bush vendrá a la Argentina en noviembre. Existe una reservada confirmación en oficinas del gobierno nacional. Al-Qaeda no significa, por ahora, un riesgo. El ingreso en el país de militantes de un grupo afín a Al-Qaeda fue confirmado por una inmejorable fuente oficial. Sólo le brotó una queja: Es cierto, pero nunca debió filtrarse , se fastidió. Paciencia: el periodismo nació para contar lo que los gobernantes no quieren que se cuente. Se trata de grupos embrionarios de reclutamiento, que fueron denunciados por la propia comunidad musulmana argentina. La tentación de segregar o demonizar no es buena. Esa comunidad tuvo un importante papel en la construcción de la Nación, y se integró sin dificultades con las otras comunidades que decidieron hacer un país. La Argentina es el producto de esa voluntad colectiva y multiétnica. Washington está trabajando con Kirchner en asuntos de terrorismo internacional. El trabajo entre los dos gobiernos es permanente, dijeron en los Estados Unidos. Washington se detuvo ante las noticias argentinas sobre Al-Qaeda: Puede tratarse sólo de reclutamientos en la Argentina, pero están en riesgo vidas de norteamericanos , precisaron allí. El problema con Washington está en otro lado, donde la política y la ideología tiñen las cosas. Ha provocado también un intenso debate dentro del gobierno argentino. Se trata del borrador del documento de la cumbre de Mar del Plata, cuyos redactores se reunirán aquí en los próximos días. El acuerdo está lejos. El gobierno argentino, que tiene la primera lapicera como país anfitrión, ha sido receptivo hasta ahora a todas las posiciones. El borrador es un árbol de Navidad donde caben todos los colores y las formas , describieron en el Departamento de Estado. Washington objeta, fundamentalmente, tres aspectos del borrador: su desmesurada extensión (prefiere un documento corto y preciso), la ausencia de cualquier alusión al ALCA y la impugnación sin matices a todas las reformas económicas de los años 90. No se refiere a los años 90 de Menem ni a los enredos locales, sino a los parámetros ideológicos que reinaron en esa década. Cree, en síntesis, que en los borradores actuales hay, subliminal, una impugnación al capitalismo y a sus reglas. El líder populista venezolano Hugo Chávez impugnó, a su vez, un párrafo que menciona a los gobiernos legítimamente democráticos ; creyó que lo estaban aludiendo sin nombrarlo. ¿No se considera legítimo o se desconoce democrático? Lavagna propuso aceptar casi todos los requerimientos que hizo Washington. Son sólo detalles , le dijo al Presidente. Bielsa es más renuente. Teme que una alusión al ALCA descorche en Mar del Plata la verborragia de Chávez sobre el ALBA (idea a la que sólo adscriben él y Fidel Castro). Es un argumento débil. ¿Por qué esconder el ALCA, proyecto al que han adherido varios países de América latina, sólo para no molestar al extravagante presidente venezolano? No se le puede negar a Bush una alusión al ALCA , opinó Lavagna ante Kirchner. Kirchner se bajó de la tribuna y tomó cartas en el asunto. Los borradores están en manos del jefe de Gabinete. El debate interno sólo muestra la voluntad del Gobierno de no entorpecer la relación con Washington , dijeron fuentes oficiales. ¿Lo condiciona Chávez? No. Kirchner siempre dice que hay que contener a Chávez, pero no ser como Chávez , aseguran a su lado. Washington es el que endureció su política con el líder caraqueño: lo entrevé tan antidemocrático como Fidel, pero mucho más rico que Castro. Su petróleo es cada día más caro. Coleccionando conflictos, urgido por tiempos muy breves, el Presidente, más pacífico ahora, empezó a hablar del futuro. Era hora. Se había olvidado de la elemental condición humana. Los hombres viven sólo porque pueden imaginar un destino.
Escrito por Ailailai a las 7:03 PM
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22 de Agosto 2005
Límites a la tolerancia
Agosto 12, 2005 En 1977, cuando un grupo de neo-nazis decidió desfilar a través de Skokie, un suburbio de Chicago con numerosos sobrevivientes del Holocausto, hubo controversia sobre si debería permitirse. Yo pensé que sí. ¿Por qué? Porque los neo-Nazis eran totalmente impotentes.
Si no lo hubieran sido, si hubieran sido un partido en ascenso, como lo fueron en la Alemania de los años 20, hubiera estado no sólo por prohibir la marcha sino por utilizar contra ellos toda medida de hostigamiento y persecución, desde la deportación hasta la cárcel. Una sociedad tolerante tiene la obligación de ser tolerante. Excepto con los que quieren abolir la tolerancia. Llámelo liberalismo situacional. Las libertades deben ser tan ilimitadas como sea posible, a no ser y hasta que surja una verdadera amenaza contra la sociedad abierta. Los neo-nazis son patéticos. ¿Por qué limitar las libertades civiles para detenerlos? Pero cuando surge una verdadera amenaza - como el yihadismo - , una sociedad liberal democrática tiene que desplegar todos sus recursos, incluyendo los poderes represivos del estado, para disuadir y derrotar a lo que quisieran abolir la democracia liberal. Los libertarios se vuelven locos cuando uno esgrime este argumento. Nos advierten que hay que tener cuidado con la resbaladiza pendiente. Se empieza investigando lo que se lee en una biblioteca y se termina con el Hermano Mayor y con cámaras filmando en nuestros cuartos. El problema con ese argumento es que la historia americana lo refuta. No hay pendiente resbaladiza, solo hay una línea cambiante entre la libertad y la seguridad que responde a la situación concreta. Durante la Guerra Civil, Abraham Lincoln llegó a suspender el habeas corpus. Cuando la guerra terminó, Estados Unidos regresó a su habitual y escrupuloso respeto por los derechos individuales. Durante la II Guerra Mundial, Franklin Roosevelt mandó a internar a los japoneses. Su política fue rápidamente cancelada (posteriormente se dieron excusas) y poco después EEUU se embarcó en un período de expansión sin precedentes de los derechos civiles. De manera similar, los abusos del poder presidencial cuando la Guerra de Vietnam fueron posteriormente criticados y rectificados por el Congreso. Nuestra historia es clara. Nunca hemos resbalado hacia una limitación de nuestros derechos individuales independiente de las necesidades y de las amenazas. Y tras el asesinato masivo del 11 de septiembre, EEUU tuvo que tomar consciencia de la necesidad de restringir los derechos civiles, limitada y temporalmente, para impedir que nuestros enemigos utilicen esas mismas libertades civiles para atacarnos y cometer más atrocidades. Su propia esposa hizo un discurso una semana después del segundo ataque contra Londres advirtiendo, con increíble arrogancia, contra la restricción de las libertades civiles. "Es muy fácil responder en una forma que socave nuestro compromiso con nuestros más queridos valores y con nuestro derecho a llamarnos una nación civilizada" declaró Cherie Blair. Sólo hay que leer el programa de 12 puntos de Tony Blair para apreciar cuán absurda fue la defensa que hizo su esposa del status quo británico anterior al 7/7.
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Por ejemplo, el punto 3: "Cualquiera que haya participado en actos terroristas, o haya tenido que ver con él en cualquier parte, automáticamente verá rechazada su petición de asilo en nuestro país." ¿Qué país en su sano juicio concedería asilo a terroristas, en primer lugar?
El punto 5, mi favorito, declaró "inaceptable" el hecho que un hombre acusado del atentado terrorista contra el metro de París en 1995 haya resistido exitosamente su extradición a Francia durante 10 años. Las proposiciones de Blair representan un progreso, aunque sea partiendo de un nivel muy bajo, tan bajo que el simple anuncio de su intención de reprimir ha tenido un efecto inmediato. A los tres días, el notorio Sheik Omar Bakri Mohammed, un clérigo nacido en Siria que ha estado predicando abiertamente yihad desde hace 19 años, huyó del país y se escondió en Beirut. A Bakri no solo se le había permitido plena libertad de acción todo el tiempo sino que había recaudado más de 300,000 libras esterlinas en beneficios de asistencia social, más un regalo de 31,000 libras que le habían hecho algunos infieles contribuyentes: un Ford Galaxy (debido a una lesión que sufrió en la pierna durante su infancia). Hicieron falta 52 muertos para que el primer ministro abandonara el socialismo suicida y adoptara un liberalismo situacional. O como dijera Blair, "Las reglas del juego están cambiando," declarando así su disposición, de alterar el status quo en nombre de una elemental auto-defensa. Esposas, nada menos. El punto 10 del plan de Blair plantea establecer una comisión para tratar de que los inmigrantes adopten más costumbres locales...
Escrito por Ailailai a las 1:39 AM
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24 de Julio 2005
Respeto, miedo y terror
Otra perla, esta vez por Mariano Grondona Respeto, miedo y terror: los tres rostros del temor
Desde el inglés Thomas Hobbes (1588-1679), los estudiosos de la política saben que el temor es una de las motivaciones más poderosas del corazón humano. Mientras que el deseo nos mueve hacia adelante, el temor nos detiene a veces con tal fuerza que inhibe las pulsiones del deseo.
Aquí utilizaremos la palabra "temor" como una categoría general que encierra tres motivaciones diferentes, capaces de frenar los impulsos del ser humano: el respeto, el miedo y el terror. De estas tres motivaciones sólo el respeto cumple una función constructiva. El respeto es el freno suave, racional, que proviene de saber de antemano que, si violamos la ley o desobedecemos la orden legítima de una autoridad competente, seremos sancionados. El respeto se acerca a la idea del "temor reverencial" frente al ejercicio razonable de la autoridad que esperamos de aquel a quien reconocemos cierto grado de superioridad: el padre o el juez, por ejemplo. A la cima de esta categoría pertenece, entre los creyentes, el temor de Dios. El respeto es doblemente racional porque supone, de un lado, que la autoridad ejercerá con rectitud su deber y, del otro, que quien decide no traspasar los límites legales que se le imponen lo hace a sabiendas de que la obligación cuyo cumplimiento se le exige es compatible con su libertad. Porque sólo es posible la libertad allí donde tanto los gobernantes como los ciudadanos son esclavos de la ley. Más allá reinan la anarquía y la licencia o, como advirtió Hobbes, "la guerra de todos contra todos". El miedo y el terror Mientras que el respeto supone un alto grado de racionalidad, tanto el miedo como el terror suponen un alto grado de irracionalidad. Quien siente miedo o terror no sabe por dónde le vendrá el golpe, porque el otro, el que le infunde alguno de estos sentimientos paralizantes, no es predecible. Pensemos, por ejemplo, en la relación que se establece con un superior irascible. ¿Cómo le caerán nuestras acciones? La nuestra es la ansiedad de la incertidumbre, porque no sabemos a qué atenernos sobre la reacción que generará nuestra conducta, ya que ninguna ley nos advierte sobre la frontera entre lo permitido y lo prohibido. Puede pasar que el superior nos reprenda o nos castigue caprichosamente. ¿Cómo podríamos atajar, entonces, aquellos golpes cuya marca es la sorpresa? La irracionalidad de los que propinan los golpes se traduce en la irracionalidad de los que no pueden prever las consecuencias de sus acciones. Tampoco saben los ciudadanos de Londres cuándo o dónde estallará la próxima bomba. De esta descripción resulta la semejanza entre el miedo y el terror. Los dos prometen sanciones imprevistas e imprevisibles. Lo único que los diferencia es la intensidad. Sólo el terrorismo conlleva la intención de difundir el terror mediante el derramamiento de sangre inocente. ¿De quiénes? De cualquiera.
Durante los años setenta, en la Argentina dominó el terror, ya fuera generado por las bandas subversivas o por la represión estatal. En los años noventa, el terrorismo internacional desembarcó en nuestras playas.
En los años dos mil, la plaga del terrorismo parece habérsenos alejado. Esto no quiere decir que el balance del temor en la Argentina actual sea satisfactorio. Los delincuentes, por lo pronto, no sienten respeto por la ley, la policía o los jueces. Este desprecio activo de los delincuentes por el orden legal se confirma cada día, a pesar de que el ministro Arslanian afirma, sin convencer, que la inseguridad se ha replegado. Tampoco sienten respeto por nuestra ley los terroristas internacionales, cuya impunidad por los atentados de los años noventa sigue escandalosamente intacta, invitándolos a regresar algún día a un territorio que ha probado serles demasiado fácil.
Habría que decir algo todavía del estilo del actual gobierno, particularmente del Presidente, una de cuyas armas políticas parece ser el hábito de infundir miedo, aunque no terror, entre todos aquellos a quienes percibe como sus subordinados o sus rivales, ya sean los gobernadores, sus propios funcionarios, los peronistas disidentes, los opositores, los empresarios y hasta el sector más vulnerable del periodismo, a todos los cuales presiona con la posibilidad de retirarles los fondos, con la distribución discrecional de la publicidad oficial o con agresiones verbales sorprendentes. Como ninguna de estas actitudes son debidas o previsibles según la ley, el miedo de que se reproduzcan las refuerza. Fallaci y el islam Esta Argentina, aun con su inadecuado balance del temor, sigue afortunadamente en la periferia del frenesí del terror que, después de golpear a Nueva York y Madrid, se ensaña hoy con Londres. Es inevitable preguntarse, en este punto, cuál es la relación entre las bandas terroristas internacionales y el islam, esa gran religión monoteísta que ellas invocan cuando matan. En una serie de cuatro notas que publicó LA NACION, Oriana Fallaci acaba de avanzar una tesis extrema al respecto. Según ella, el enemigo de Occidente no es simplemente el terrorismo fundamentalista, sino la religión al que éste apela al librar la Jihad o guerra santa contra los "infieles" judíos y cristianos. Permitiendo que millones y millones de musulmanes emigraran al Viejo Continente, agrega Fallaci, los ingenuos europeos han creado un nuevo continente, Eurabia, un gigantesco caballo de Troya que amenaza desde adentro a la civilización. Basta observar el millón de ciudadanos de origen árabe que viven pacíficamente en la Argentina, basta notar la inmensa mayoría de los musulmanes que viven en Europa respetando sus leyes, para medir la exageración en la encendida prosa de Fallaci. Es falso que el islam, con sus 1500 millones de creyentes, se esté movilizando en masa contra Occidente. Si éste fuera el caso, ¿podemos imaginar lo que ocurriría? Es falso que el Corán contenga una prédica esencialmente violenta. Es verdad, sin embargo, que aun aquellos voceros responsables del islam que condenan el terrorismo, acompañan su condena con durísimos juicios sobre el comportamiento de las potencias de Occidente y particularmente sobre la guerra en Irak. Esta prédica de los voceros islámicos, ¿es suficientemente severa con el terrorismo? Si el diálogo con los hermanos mayores judíos y los hermanos separados protestantes que promovió el papa Juan Pablo II ha de ser seguido por el diálogo con el islam, cuya profundización prepara el papa Benedicto XVI, también será necesario que, de nuestro lado, reconozcamos el estado de frustración en que se encuentra el mundo islámico como portador herido de una civilización que fue hace un milenio superior a la europea. La responsabilidad por este retroceso la comparten no sólo los retrógrados dictadores árabes, sino también un Occidente ofuscado por la soberbia. Los musulmanes moderados forman legión. Su número es muy superior al de los fanáticos a los que lavan el cerebro desde niños las famosas madrazas o escuelas fundamentalistas. Pero los moderados no pueden manifestarse como debieran por el terrorismo de los fanáticos, que los aleja de los titulares, por la represión de sus propios gobernantes y por la indiferencia de Occidente que, sumados, los arrojan a la banquina de la historia.
Escrito por Ailailai a las 2:51 PM
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21 de Julio 2005
Uno de lujo
Sobre la conversación como tragedia del idioma, firmado por José Bilbao Richter - lic. en sociología (UBA) y publicado por un diarito pequeñito, insignificante... si donde menos uno lo espera, un diamante. Aquí se los dejo. Sobre la conversación como tragedia del idioma
En nuestra sociedad anómica, la conversación es sólo usada como pretexto para señalar la presencia existencial individual o indicar algo trivial, pero ya no es usada como efectiva herramienta constructora de capital sociocultural dador de sentido humano En la historia humana observamos que todas las sociedades crearon y trataron de perfeccionar un lenguaje en el que la acción comunicativa fuera efectiva al desarrollo del sistema social buscado. Esto originó la necesidad de elaborar e imponer prácticas y sistemas normativos para que la población adquiriera progresivamente la cultura que permitiese el desarrollo y la cohesión social imprescindibles para consolidar la nación deseada suprimido para no obstaculizar la acción disolvente implementada con lo farandulesco, lo grotesco e híbrido popular, que impiden la percepción de la condición y valores humanos trascendentes. Al suprimir la necesaria comunicación con el yo íntimo, se impide hasta la posibilidad de religare con Dios. La promoción de una cultura y educación chatarras hace que la inteligencia emocional y la necesidad humana de lo sublime sean reemplazadas con diversos productos salvíficos de religiosidades, también chatarras que hoy vemos proliferar.
Las reglas del idioma popular en uso son lo banal, lo impreciso, el olvido de palabras y el empleo de sólo unas pocas, lo cual desvaneces la transparencia comunicativa, incrementa la disociación discursiva, dificulta la comprensión y todo esfuerzo analítico. E nuestra sociedad anómica, la conversación es sólo usada `para señalar la presencia existencial individual o indicar algo trivial, pero ya no es usada como efectiva herramienta constructora de capital sociocultural dador de sentido humano. Mientras ello ocurre, los responsables de las carteras Cultura y Educación, aún no han presentado ningún proyecto integral y efectivo para superar esta tragedia.
Hay necesidad de crear una palabra para definir con exactitud la tragedia argentina que crece y se expande. Quienes desde el ámbito cultural y educativo fueron responsables de su implementación hoy gozan de impunidad, y los beneficios que otorgan altas designaciones políticas y permanecen indiferentes a los sufrimientos y privaciones de más de dos generaciones sin futuro posible, que hoy vemos deambular por las mugrientas calles de la administración Ibarra, buscando residuos en bolsas de basura para comer y arrastrando carritos con catones para vender.
Lo que aún queda de la sociedad hablante y pensante debe movilizarse con todos los recursos posibles e la construcción de fortalezas socioculturales para resistir la destrucción del idioma y defendernos de la bárbara ideología disolvente que nuevamente agrede a la Nación.
Escrito por Ailailai a las 11:55 PM
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26 de Junio 2005
Qué es Conciencia Social
Me ha llegado un mail que revolvió toda mi conciencia social. No porque no se me ocurran las mismas cosas, sino porque generalmente me encuentro sola en mis ideas. Esta persona tiene inquietudes realmente similares a las mías y una óptica acerca de las posibles soluciones bastante similar... aparte de una generosidad rara, admirable, honesta. Espero que no le moleste esta publicación de sus "intimidades" :). El mail va transcripto tal cual llegó, sin tocar errores de tipeo o de ortografía. Buenas a todos.
NOTA: al final veran el porque les mando este mail. Por favor leanlo....gracias A esta altura ya saben todos que con mi buen amigo XXX (mas conocido como "el negro", sucio, borracho, inutil, enfermo del linux y sobre todo lento como babosa) pusimos un ciber. Cuando lean esto, no me confundan con un buen tipo, es mi naturaleza. Me es inevitable. Esta idea la tengo hace mucho, y si bien y es innegable la muy buena imagen que nos da, no es el obejtivo principal. Ayer despues de hablar con una amiga que vino a casa.Me decidi por completo. Ya hace casi un mes vengo dando clases gratis aca en el ciber personas que buscan capacitarce para encontrar un laburo. En este lugar, parece de no creer, aunque sea gratis, las personas no quieren progresar. Hay una profesora que viene aca y es habitue que llevo una presentacion mia al director de un colegio y a los alumnos que ya egresan ( polimodal, esto es la ultimaparte de la secundaria )... Nadie quiso hacerlo por mas que les haya gustado. Yo esto ya lo conocia, pero ahora de grande, lo puedo percivir mejor. Muchachos jovenes, fuertes, inteligentes, que no hacen nada de su vida y solo viven con la guita del plan trabajar y nada mas. Literalmente. No es chiste. Aca te matan de un tiro en la cabeza por no fiar un paquete de cigarrillos. Mas alla de todo eso. Hay, lo se y he visto, chicos y algunos pocos que se matan estudiando. trabajando, pero no llegan a nada. Y realmente es odioso ver todo eso. Y sobre todo sabiendo que un poquito nomas de esfuerzo eso se soluciona. Con nada. Me revienta ver en las noticias como saquean las escuelas. Dentro de un mes voy a mandar una carta a las escuelas cercanas a este lugar ( gonzalez Catan) y afrecer dar en los colegios para los chicos que estan por terminar clases de informatica con orientacion laboral, aprovechando las cosas que tengopara darle mejor nivel. Esto solo estara orientado a los mejores promedios de los colegios. Y un profeyecto mas grande, que ya lo hable con algunas profesoras, es capacitar a las mismas maestras en este campo. Las maestras aca escriben provincia con B. Crean o no. Aca al ciber vienen muchos chicos a buscar info para el colegio. Esto para los entendidos... Yo no se donde aprenden computacion las maestras,que les hacen hacer un trabajo practico en donde las preguntas son como funciona un disco rigido sin primero explicar que es una computadora.han llegado a venir chicos de primaria con preguntas tales de como se transmiten datos por los distintos puertos. Yo he contestado esos trabajos practicos y apenas si los aprobaron....... La escusa segun los maestros es que es muy complejo. Las maestras quizan no sepan que las pespuestas que doy son casi para la revista Billiquen.
Escrito por Ailailai a las 4:11 PM
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11 de Junio 2005
Una opinión de Marcos Aguinis
Este es un tema en el que siempre pienso. Y mira por dónde, Marcos Aguinis expresa hoy muchas de mis reflexiones. Aquí se los dejo. La trampa del indigenismo
Por Marcos Aguinis
Para LA NACION
SANTIAGO Acaban de inaugurar la nueva autopista del aeropuerto a la ciudad y atravieso como una flecha los espectaculares ocho kilómetros que corren por debajo del río Mapocho. Es un túnel que serpentea por todo el centro, descongestiona el tránsito y revela que Chile -gracias al sólido Estado de Derecho que garantizan sus sucesivos gobiernos- estimula inversiones multimillonarias que aceleran el crecimiento del país con botas de siete leguas. El encuentro internacional al que concurro ha sido organizado por la Fundación Libertad y Desarrollo en celebración de sus fecundos quince años de existencia. Me habían encomendado disecar un tema perturbador de nuestro continente: el indigenismo. Concurrían expertos de Canadá, España, Estados Unidos, China, Perú, Venezuela y Bolivia para tratar ése y otros ígneos asuntos de nuestro tiempo. Sin más rodeos, paso a sintetizar lo que allí expuse. Mis primeras palabras consistieron en recordar que los indígenas son considerados, con justicia, los primeros dueños de esta tierra, cuyas culturas y protagonismo fueron reprimidos sin misericordia. Con diferencias de un país a otro, en muchos aún forman comunidades importantes y en otras han alcanzado un mestizaje intenso. El problema actual consiste en ayudarlos a encontrar un camino de verdadera reparación y ascenso, o permitir que se los desvíe hacia la trampa de zanjones regresivos y totalitarios, como sucede ahora en Bolivia. Es muy fácil confundir. Y en ese punto centré mi advertencia. En efecto, su reivindicación ya es importante. No sólo hay una revisión de la historia, sino proyectos que incluyen utopía y epopeya. Los indígenas han pasado a convertirse en las grandes víctimas del continente, lo cual no es ajeno a la verdad. Pero el énfasis distorsiona, simplifica e idealiza su pasado. Más grave aún: pretende convertir el pasado en modelo. Eso no está bien, porque es reaccionario y letal. Como ejemplo, bastaría reflexionar sobre la exigencia de Sendero Luminoso a los campesinos peruanos con el fin de "liberarse" de la opresión europea: cultivar sólo productos anteriores a la Conquista, tales como papa, quinoa y maíz. En cambio, descartar las venenosas importaciones llamadas trigo, cebada, centeno, avena, arroz, caña de azúcar y vid; no criar animales malditos, como la vaca, la oveja, el cerdo, la cabra, el conejo y las aves de corral. Para no dejar de ser coherente -agrego yo- habría que abandonar la rueda, el caballo, el buey, el hierro, el vidrio y el arado. Buen futuro, ¿no? El líder indigenista Felipe Quispe ha dicho que si una parte de la sociedad usa ojotas y otra zapatos, que todos usen ojotas. Es decir, igualar para abajo, porque confunde justicia con miseria. En la mitificación de numerosos historiadores se han llegado a considerar los levantamientos indígenas de la Colonia como antecedentes de la gesta emancipadora. Pero lo que deseaban no era la independencia ni asemejarse a las repúblicas modernas, sino retornar al tiempo incaico o incluso preincaico, que no fue un paraíso, sino un eterno campo de batalla con masacres, guerras de dominio e incontables sacrificios humanos. La rebelión aymara de Túpac Katarí, en 1782, por ejemplo, no sólo agredió a los criollos, sino a los mestizos y a los quechuas. Esos levantamientos, aunque heroicos, no significaron un proyecto superador, sino regresivo. Y tuvo el final de todos los movimientos regresivos, como los esclavos en la Antigüedad o los campesinos en la Edad Media. Podemos conmovernos con su heroísmo, pero no considerarlos un paradigma. Los indígenas estaban aterrorizados ante el nuevo orden, que, entre otras cosas, tendía a dejar atrás la etapa primitiva del colectivismo. Los actuales "bolivarianos" deberían recordar que Simón Bolívar firmó, con su puño y letra, en el año 1824, un decreto que establecía la propiedad privada de la tierra. Acertó en considerar la propiedad comunal un resto arcaico, un modo de producción infecundo. Esto fue trágicamente comprobado por la dictadura izquierdista del general Velazco Alvarado, quien intentó resucitarlas en la década de los años 70: produjo hambre y empobrecimiento acelerado. Ahora se intenta probarlo otra vez. La idealización contaminó incluso a marxistas como Carlos Astrada, quien no tuvo náuseas en utilizar conceptos acientíficos nazis sobre el vínculo de los pueblos con la tierra y la sangre. En esa línea, posteriores movimientos populistas y tercermundistas usaron a los indios para construir sus artificiales teorías sobre una identidad nacional opuesta al centralismo europeo y a Occidente (este último, odiado por los reaccionarios con patente de progresistas que se fastidian ante las aperturas de la modernidad, la democracia genuina, los derechos individuales y otras abyecciones). La revolución bolchevique, incapaz de construir un socialismo próspero y democrático, había impuesto concepciones estatistas que permitían el control de las masas y su impúdica manipulación "en nombre" del proletariado. De ahí que sus seguidores y simpatizantes hayan celebrado la civilización incaica como un antecedente del socialismo moderno (¡!). No les importaba la maciza estratificación de clases ni la opresión que padecían los de abajo. Tampoco los derechos humanos, porque para estos fascistas de izquierda, el Estado merece todo y cada hombre no es más que una molécula anónima. Aunque hubo maravillas en las civilizaciones precolombinas, tenían un atraso de cuatro mil años respecto de la Europa del Renacimiento. Esto no justifica, por supuesto, la tábula rasa que se efectuó con sus riquezas y tradiciones. Es otro tema. Resulta curioso que al indigenismo regresivo lo empezaran a fogonear blancos descendientes de europeos, sin advertir que adoptaban el camino racista que pretendían combatir. En los 70, el boliviano Fausto Reinaga, inspirado en el black power , preconizó la "revolución india" y las luchas entre blancos e indios; la indianidad debía servir para la toma del poder y limpiar el continente de las etnias invasoras (en la Argentina no quedaría casi nadie). El peruano Guillermo Carnero Hoke afirmó que "nuestra razón de ser desde el fondo de los siglos es la razón colectivista". "El pensamiento de nuestros abuelos del Tawantisuyo era justo, moral, científico y cósmico, es decir insuperable" (¡!).
Expresiones como ésas parecían minoritarias. Pero el Primer Congreso de Movimientos Indios celebrado en el Perú, en 1980, proclamó que los indígenas eran la única alternativa redentora, no sólo de ellos mismos, sino de la humanidad. Pasaban a ocupar el trono que el marxismo había atribuido al proletariado, con un condimento horrible: suponer, como los nazis, que las razas puras son mejores. El problema indígena no es de raza ni de cultura: es social. Los indígenas no tienen que retroceder a un pasado inviable ni limitarse a la economía de subsistencia. Pueden y deben cultivar sus tradiciones, su acervo lingüístico y sus leyendas, por supuesto, pero sin aislarse ni repudiar los beneficios de la modernidad. Si resisten la modernidad se condenan a permanecer como un sector inferior, aislado, débil y carente de real protagonismo. Por el contrario, tienen derecho a dejar de ser las comunidades que dan lástima, resentidas y marginales. Tienen derecho a concurrir a buenas escuelas y universidades, participar en los partidos políticos y asociaciones profesionales. El indio Benito Juárez, que llegó a presidente de México, no se dejó intimidar por quienes lo consideraron un traidor. Para tomar perspectiva, deberían discutirse las experiencias de la comunidad negra en los Estados Unidos, por ejemplo. Salió de la esclavitud legal, pero continuó sometida a una severa discriminación. Surgieron reacciones como el black power y manifestaciones racistas invertidas, entre las que adquirieron renombre las del primer Malcolm X. A la vez, hubo intentos de vencer los prejuicios mediante el intercambio de estudiantes que provenían de barrios blancos y barrios negros, lo cual no dio frutos. Luego, avanzó la propuesta fraternal de Martin Luther King, que terminó por conquistar a la mayoría de la nación. No alcanzaba, empero, y se sancionó la "discriminación positiva" o affirmative action , mediante la cual se impulsó el ingreso de negros en los centros de estudio y su mejor posicionamiento en el trabajo. Ahora ya existe una amplia clase media negra con infinidad de profesionales, jueces, diplomáticos, académicos y empresarios. Dos sucesivos secretarios de Estado fueron negros y la actual, además, es una mujer. La affirmative action se ha imitado en muchos países para elevar la cuota de presencia femenina en la política, por ejemplo. Pero considero que este recurso sólo debe utilizarse para cambiar la tendencia, no para durar eternamente. De lo contrario emponzoñaría la igualdad de derechos que debe primar en una verdadera democracia. En resumen, impulsar el indigenismo hacia el pasado es una trampa que sólo beneficia a demagogos, ignorantes y populistas. Lleva hacia conflictos ingobernables, derramamiento de sangre y un aumento de la pobreza. Habría que reflexionar, en cambio, sobre medidas racionales, como la affirmative action , para que todos los indígenas de América latina, sin perder sus raíces, tengan por fin cómodo acceso al progreso cultural, económico y social.
Escrito por Ailailai a las 12:31 PM
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28 de Diciembre 2004
Lo transitorio y las amistades
Siempre tengo mi mente llena de preguntas... o quizás sea más bien curiosidad acerca de cómo nos relacionamos. Y acerca de cómo la estructura de nuestra sociedad condiciona la manera de relacionarnos. En definitiva: cómo nos moldea nuestra estructura social. John Barth captó el sentido de los cambios de amistades en un pasaje de su novela The Floating Opera: " Nuestros amigos pasan flotando; nos interesamos por ellos; siguen adelante, y tenemos que atenernos a lo que dicen de ellos los demás o perder completamente su trastro; después vuelven y, o bien renovamos nuestra amistad -actualizándola-, o descubrimos que hemos dejado de comprendernos."...
"Muy pronto -dice el profesor Eli Ginzberg, de la Universidad de Columbie, experto en movimientos humanos-, todos seremos, en este país, hombes de tipo metropolitano, sin lazos o compromisos con los viejos amigos y vecinos."... "Las normas de la amistad de la mayoría producirán, en el futuro, muchas satisfacciones al sustituir las pocas relaciones a largo plazo formadas en el pasado, por muchas relaciones íntimas de breve duración."
" En las condiciones dominantes a principios de los años sesenta -dice otro informe del Departamente de Trabajo-, cabía presumir que el trabajador de veinte años cambiaría de empleo seis o siete veces, por término medio." Así, pues, el ciudadano de la sociedad superindustrial, en vez de pensar en "una carrera" pensará en una "serie de carreras"
Creo que se aprecia la idea en estas líneas ¡espero que así sea! Personalmente me parece un INSULTO extraer de su contexto las palabras de un autor, pero a veces no queda más remedio... Yo he cambiado 10 instituciones educativas en 12 años de educación primaria y secundaria. Y he cambiado tres veces de país!!! Y desde mi nacimiento hasta hoy he cambiado de domicilio (incluyendo cambios de país) más de 20 veces. Mis hijos, (tienen hoy 15 y 17 años) a su vez, han pasado por al menos 7 escuelas y se han mudado seis veces... divorcio de sus padres incluído. Sin embargo, y aquí voy a mi punto (al fin) con tanto cambio geográfico lógicamente las amistades construidas como mínimo pierden contacto íntimo. Y muchas veces pierden toda clase de contacto...
Escrito por Ailailai a las 11:50 PM
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19 de Septiembre 2004
Me duele
No entiendo lo que me pasa...
Escrito por Ailailai a las 9:37 PM
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11 de Junio 2004
Bolitas Rojas (una bonita historia)
BOLITAS ROJAS -"Hay dos niños más como él, en situación muy pobre. A José le encanta hacer trueques con ellos por arvejas, manzanas, tomates, o lo que sea.
Escrito por Ailailai a las 2:41 PM
12 de Mayo 2004
Barbaridades
La noticia aparece en todos los diarios de hoy Decapitaron a un rehén estadounidense
La ejecución del joven de 26 años, propietario de una empresa de comunicaciones, fue difundida en un video por Internet
Los terroristas dijeron haberlo matado en venganza por los abusos a prisioneros iraquíes
Afirman que Al-Zarqawi, uno de los socios de Ben Laden, le cortó la cabeza
BAGDAD.- En otra jornada sangrienta y con imágenes de alto impacto para una conmocionada opinión pública norteamericana, un grupo iraquí cercano a la red terrorista Al-Qaeda decapitó frente a una cámara de video a un civil estadounidense en Irak, mientras prometía que realizaría más ejecuciones en venganza por los abusos a que las tropas de la coalición sometieron a presos iraquíes.
En el video difundido ayer en un sitio islámico de Internet, Nick Berg, un joven estadounidense de 26 años, aparece sentado en una silla plástica y con un uniforme de color naranja que parece de presidiario. Hay cinco encapuchados detrás de él en una habitación vacía.
¿Digo o no digo?
Se me hace que sobran las palabras...
Hummm mejor digo, no vaya a ser que cada quien le de el significado que se le cante a mi silencio.
Son peligrosos Me aterran todos los ignorantes/ingenuos que creen que se puede convivir con esta gente.
A ver, para que se entienda: convivir significa manejarse con pautas de conducta / moral / valores si no idénticos, al menos compatibles. Esta gente se caga en dos valores básicos para occidente: la vida y la libertad. Siguen en la Edad Media. Son bárbaros BARBAROS. ¿Alguien tiene presente lo que significaron las invasiones bárbaras para el gran Imperio Romano??? ¿¿¿Tienen presente qué vino en consecuencia????? ¡Bingo! La Edad Media. El oscurantismo. El retroceso a épocas pasadas....
Ojo que no meto en la misma bolsa a todo el Islam. Hay mucho árabe por ahí (en mi país viven muchísimos desde hace generaciones) que vive en paz y respetando al resto. Pero con esta HORDA hay que hacer algo!!!!!!!! Y me aterra que siguen INVADIENDO Europa y desde Europa se reparten al resto del mundo.
Escrito por Ailailai a las 8:52 AM
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16 de Abril 2004
Generaciones
No todas las generaciones lo entenderán Si lo pensamos bien, es difícil creer que hayamos vivido hasta ahora...
Escrito por a las 4:21 PM
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11 de Abril 2004
Una de Bananas
Esta anécdota me encanta... para el que quiera leer la nota íntegra, está aquí (en Incultura Argentina)... me tomo la libertad de editarla un poco para rescatar lo que me interesa resaltar. Lo extractado forma parte de un intercambio de correspondencia entre Gastón Saint Martín y Santos Mercado. "... Ese articulo trata sobre el accidente (que debes recordar) de un avión de línea (¿Avianca?) que salía de Caracas a New York y cayó (matando a todos), porque se quedaron sin combustible. Ese accidente fue tan, pero TAN absurdo que no se podía creer que gente culta, educada, profesionales entrenados pudiesen ser tan pero TAN ESTÚPIDOS. como para caerse disciplinadamente esperando en la cola su turno para aterrizar.- La investigación que hizo la NTSB (Agencia de Seguridad Aeronáutica Americana) fácilmente encontró muchísimos errores de la tripulación. No obstante la seriedad de esas investigaciones la explicación de múltiples errores de la tripulación parecía demasiado fácil para explicar tanta estupidez, así que alguien olió gato encerrado y consiguió un grant de la NASA y de la FA para hacer una segunda investigación. Pensando todo distinto, ¿puede haber gente TAN estúpida? - ... y... si ese tipo de gente existe ¿Cómo es que pudo llegar al comando de un Boeing 707 lleno de pasajeros? (Nuestra pregunta en paralelo sería ¿Puede un país tener políticos TAN estúpidos? Y si ese tipo de gente existe... ¿Cómo es que pueden llegar al gobierno de un país culto y dominar absolutamente todo, incluidos los tres poderes?) Lo que alertó a algunos por lo increíble, fue que pese a que el vuelo 052 volaba con los tanques secos y ya no podían mantenerse en el aire, seguían sólo avisando que tenían poco combustible , pero de una manera y con tono de voz tan calmo, tan controlado, sin emoción alguna, de una forma tan educada y respetuosa del orden, los reglamentos y de la autoridad que nadie, ni en tierra ni en el aire, llegó a darse cuenta de que se estaban cayendo. En una tormenta el sistema tiene a casi todos las aeronaves con urgencias para bajar, todos controlan sus emociones y miedos pues mantener el orden y la Ley ayuda a todos Pero HAY UN LÍMITE- Avianca 052 cayó no por fallas mecánicas -no los bajó la tormenta- ni chocaron contra algo, no cayó por fallas mecánicas, ni le pusieron una bomba: se cayeron solitos esperando muy educadamente en la fila su turno para bajar. Más o menos como el nene que en la escuela se hace pis en los pantalones esperando el recreo para ir al baño, sin animarse a interrumpir la clase con un grito bien fuerte me meo. - A mis amigos de Despertar Ciudadano, con el caso de KLM en Tenerife les pasó algo parecido: No se animaron a romper el orden y PEGAR UN GRITO. Tuvieron miedo de mostrar MIEDO, muy civilizadamente reprimieron su ANGUSTIA, y callaron un grito INDISPENSABLE: ¡¡¡ TORRE - ME CAIGO - CARAJO!!! APARTEN TRÁFICO - PORQUE ME TIRO A LA PISTA ¿Hacer eso es de brutos? ¿es de poco civilizados o para hacer eso hace falta seguridad, confianza en si mismo, entrenamiento y responsabilidad? El artículo que busco para releer relata las conclusiones de esa segunda investigación; hasta que la encuentre te las cuento más o menos de memoria: Como sabes la aeronáutica es una de las industrias más regladas, responsables y seguras que existen (la medicina seria, es otra) En ambas, los errores se estudian desde todos los ángulos posibles, para aprender, corregirlos y evitar repetirlos. En muchas catástrofes no se encuentra un gran error causante del desastre, sino más bien una suma de pequeños errores, malas decisiones y fallas, ninguna en sí muy importante, pero que combinadas por una rareza estadística se suman y suman hasta tejer una cadena que te llevan al desastre. Esa es la famosa ley de Murphy, que muchos creen que es una broma .... ...por rara que sea la combinación de factores necesaria para que algo salga mal, va a salir mal, sólo es cuestión de tiempo.. ...Ya ves... a los argentinos nos llegó ese tiempo tantos errores, fallas y malas decisiones nos llevaron a este caos y anarquía actual que nos está destruyendo. Esa segunda investigación sobre el vuelo Avianca 052 decía algo así como: ...hubo importantes ... FACTORES CULTURALES PROPIOS DE LOS LATINOAMERICANOS... (¡Qué forma más elegante y bondadosa de decirnos que somos estúpidos!) y agregaba: tienen una idea extraña sobre la estructura de mandos, más que respetuosa de la ley y del orden, es sumisa, obsecuente e irresponsable, (obedecen y delegan y transfieren la responsabilidad, NO la asumen)".
Esa forma de pensar me recuerda a las discusiones políticas de estos días, donde comparamos al sistema ciudadano representativo (responsabilidad representativa de abajo para arriba) contra el sistema cortesano donde el monarca manda y distribuye favores cortesanos y prebendas para los súbditos obedientes pero irresponsables. La cadena de errores que destruyó al vuelo 052 comenzó a forjarse 18 años antes de que ese Boeing despegase en su último vuelo. Algunos de los eslabones que yo recuerdo fueron: ¿Por qué creen nuestros políticos que no ocurre exactamente lo mismo en política? - ¡La gente está muriendo! No hay dudas ¿No nos sentimos todos responsables? ¿No te parece Santos que esos factores culturales que tiraron al suelo a ese avión con cientos de pasajeros, son los mismos que hoy nos traban políticamente y nos impiden reaccionar , pegar un grito mostrar el enojo, mostrar repulsa, mostrar asco por lo que gente culta, educada, con títulos universitarios, muchos profesores universitarios seguimos haciendo y tolerando? ¡¡Seguimos conviviendo muy educadamente con INFAMES TRAIDORES A LA PATRIA!! Fíjate que esto ocurre en franca discordancia con lo que la gente simple hace espontáneamente en la calle, manifiesta de mil formas distintas su desagrado y repulsa. Mueren viejos haciendo tramites vejatorios, o pateando bancos, o suicidándose... aquí en Villa Regina tres desocupados se prendieron fuego (en Neuquen uno murió así) policías asesinados son cosa de todos los días, secuestros con muerte de rehenes, gente que muere en los hospitales sin atención médica (muchos ya ni intentan ir a los hospitales, se quedan en la casa) chicos con hambre, todo esto mezclado con gente que sigue con sus camionetas 4x4, continúa un gasto político monstruoso y extravagante, siguen las coimas y los sobornos en el Congreso, las jubilaciones de privilegio y las dadivas de $150 que pomposamente llaman planes trabajar (pero si se enteran que están trabajando se las quitan). ¿Hay o no hay que PEGAR UN GRITO? MOSTRAR ENOJO MOSTRAR LOS DIENTES- Porque, con gente ENOJADA como vos y como yo todavía se puede RAZONAR, como para INTENTAR evitar la violencia; pero cuando la MASA se enoje, va a ser como el agua mansa acumulada en un enorme dique de tierra, ¡Mejor no te quedes en su paso! Un Abrazo Gastón
Escrito por Ailailai a las 2:44 AM
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10 de Abril 2004
Una perla
Encontré un blog de primerísima categoría y está -----> aquí
Escrito por Ailailai a las 12:49 AM
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